Un gobierno vanidoso e incoherente
En el final del año pasado e inicios de este nuevo, escuchamos declaraciones de las autoridades de Gobierno de mucho triunfalismo y de vanidad sobre su gestión. Hace falta que hagan un paréntesis en su labor, para que revisen críticamente sus opiniones carentes de seriedad y coherencia con lo que ocurre en el contexto boliviano. Tal parece que el presidente, por estar volando todo el tiempo en “su” helicóptero, no pisa tierra ni sabe ni le informan de lo que ocurre en el Estado Plurinacional de Bolivia.
Asegurar que la economía del país está bien blindada no es garantía de nada. Admiten además que se han prestado dinero del Banco Interamericano de Desarrollo y que la deuda externa del Gobierno de Evo Morales es mayor a la de los gobiernos neoliberales a los que critican todo el tiempo. Si la economía está protegida, ¿qué necesidad hay de prestarse dinero del imperio chino, que ahora tiene su mercado abierto y asegurado para la importación de productos, además de contratos y concesiones de inversión en obras de infraestructura?
La incoherencia se expresa también en la percepción del vicepresidente, cuando señala con mucha soltura que si el Gobierno se hace cargo de los hospitales, en un mes no habría pacientes en los pasillos. Nada más erróneo sabiendo que los hospitales están administrados por la gobernación de cada departamento bajo control del MAS, a excepción de La Paz que tiene a Patzi como gobernador. Además, que durante sus 13 años de Gobierno dieron mayor prioridad a la construcción de canchas y tinglados, que a mejorar el presupuesto destinado a la salud para mejorar el acceso y la calidad de atención a los enfermos.
El vicepresidente asegura también que “no hay un solo niño que duerma con hambre” y que “cada vez hay más personas que pueden tener dos o tres veces de comida al día”. Bastaría darse un paseo por las principales calles de la ciudad para verificar que la economía informal crece cada día y que, en las fiestas de Navidad y Año Nuevo, aumenta la presencia de niños acompañados de sus mamás que llegan del campo a la ciudad en busca de comida y de solidaridad, además del trabajo infantil al que se someten si quieren comer.
Pero los dislates siguen, decir “confío en la Pachamama para hallar gas, porque Cristo no existe, no creo en él y menos en la Virgen de Copacabana”, la Pachamama tampoco hace milagros si no se encaran proyectos y trabajos de prospección técnica y profesional. Señalar que nunca fue a la Caja de Seguro, que prefiere curarse sus males como perro con su saliva o ir donde su hermano y finalmente admitir que iría persignándose, son absurdos de una autoridad que no cree en Cristo ni en la Religión Católica, en un país donde la presencia de católicos es significativa, negar la fe y la creencia en un ser supremo no tiene sentido y menos mostrar signos y símbolos en una opípara conferencia de prensa con motivo de la Navidad.
Otro absurdo provino del canciller Diego Pari al decir que el año 2018 el país tuvo “éxitos a nivel diplomático”, pero se olvida del fallo desfavorable de la Haya y su rechazo a la demanda marítima boliviana. Por otra parte, Evo Morales y su entorno defienden a gobiernos autoritarios y antidemocráticos como Nicaragua y Venezuela donde se cercenan los derechos humanos y logran el rechazo y el aislamiento de la comunidad internacional que valora la incoherencia de este Gobierno que quiere imponer una “democracia” a su medida. ¡Así no puede ser!
El autor es periodista y docente universitario
Columnas de CONSTANTINO ROJAS BURGOS