La cultura de la prebenda
El discurso de las autoridades de gobierno y de los dirigentes del MAS se vuelve reiterativo cuando se alude a “la oposición”, “la derecha”, “el imperio”, “el neoliberalismo” o “la mentira” y se compara permanentemente “antes era así” de manera despectiva. Ahora se dice “vivimos un proceso de cambio” y de “transformaciones profundas”, para hacernos creer que vivimos en el país de las maravillas.
A quienes se encuentran en función de poder, les cuesta aceptar que en estos 13 Años de gobierno vivimos la cultura de la prebenda, palabra que cobra significado para caracterizar una práctica que realizan las autoridades para mantenerse en el poder, con aliados circunstanciales que lo apoyan en la perspectiva de la continuidad y prorroguismo, que apunta a vulnerar la Constitución Política del Estado y los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016.
La prebenda, según el diccionario, implica una ventaja o beneficio que recibe arbitrariamente una persona, consistente en un trabajo o un cargo lucrativo y poco trabajoso que le permite vivir con cierta holgura. En el ámbito político se habla de prebenda, prebendalismo e incluso de prostitución política cuyo objetivo, por un lado, es ganar las elecciones, el otro, mantenerse en el poder a toda costa.
La definición se refleja en el actual gobierno que ofrece cargos, trabajo, premios, regalos, dádivas y concesiones generosas para reforzar la lealtad y la consecuencia que dicen tener como el partido hegemónico y con militantes como ningún otro partido político en el país. En los hechos eso no se traduce en un apoyo efectivo, basta verificar los resultados de las elecciones primarias donde el MAS no alcanzó más que el 45% de respaldo, aunque logró el propósito de legitimar a sus candidatos.
Esta práctica prebendal se expresa en ejemplos concretos como la entrega de movilidades cero kilómetros a dirigentes de la Federación Universitaria Local (FUL) del sistema de la universidad pública, entrega de edificios y movilidades a fabriles, Central Obrera Boliviana y movimientos sociales, puestos de trabajo a los militantes y familiares de dirigentes afines al partido y que ocupan cargos en las instituciones públicas, aun si no tienen las competencias para ocupar el cargo.
Otras acciones de prebenda se reflejan en la presión a los funcionarios públicos que deben registrarse en el MAS, asistir a concentraciones de apoyo al presidente en actos festivos, asistir a las urnas a botar por el MAS con riesgo de perder su trabajo, cargos públicos a ex autoridades que dejan ministerios, Tribunal Constitucional Plurinacional, Contralor del Estado, Magistrados, etc., en premio a la lealtad al gobierno y al partido que controla los poderes del Estado en detrimento del bien común.
La prebenda apunta a satisfacer intereses personales, individuales y de grupos del partido político, que necesitan cooptar militantes y tener adeptos a quienes se les otorga cierta ventaja en los espacios de poder. No interesa para nada el bien común, el bien de la sociedad boliviana que no milita en el MAS, ciudadanos independientes y críticos a las que se desprecia y margina de toda posibilidad de participación en la actual estructura de gobierno, que contribuya a democratizar la política y a reforzar la democracia representativa.
Finalmente, ilustra la renuncia del prefecto interino Rafael Puente Calvo en diciembre de 2008, por presiones de los dirigentes del MAS, cuando señalaba que su renuncia obedecía a la práctica de la cultura de la prebenda que le quisieron imponer en la designación de funcionarios en cargos cercanos a la autoridad. Una práctica habitual que ya no es extraño en este gobierno.
El autor es periodista y docente universitario
Columnas de CONSTANTINO ROJAS BURGOS