Sordos del alma
Hace 22 años en un viaje que hice a México DF quedé sorprendida por un detalle que para muchos podría ser menor, pero que para unos pocos marcaba la diferencia en su día a día. Se trataba de unas líneas excavadas en las plataformas de los metros, que corrían en diagonales.
Eran mini carriles para que las personas con discapacidad visual, pudieran colocar allí la punta de sus bastones, para guiarse hasta la parada de su línea y pudiesen abordar el vagón con seguridad, sin precisar de la ayuda de un buen samaritano.
Un poco más adelante en el tiempo, en 2010, vi en Sao Paulo, cajas de té que tenían impresas las instrucciones de uso en sistema Braille.
Hace poco leí un anuncio de la Imprenta Braille Tarapacá en Chile, que se precia de ser la primera en esa zona del país hermano y ofrece tarjetas de visita, menús, catálogos, entre otros, impresos en ese sistema. La iniciativa busca promover el sistema Braille como recurso de lectura, de manera que se garantice el acceso al conocimiento, la inclusión social y la equiparación de oportunidades de las personas en situación de discapacidad visual. El objetivo final es hacer que las empresas tengan un compromiso con la integración, inclusión y accesibilidad universal.
Nuestro país anda un tanto alejado de este tipo de acciones. Es más, repugnantes delincuentes y sordos del alma, trastornaron la vida de una pareja de no videntes, Julia Choque (59) y Julio Aguilar (65), cuando les robaron todos los billetes de lotería que tenían que vender para el sorteo.
Ahora están presionados para pagar una deuda de alrededor de Bs 1.600 al distribuidor de los billetes, debido a que los organizadores no quisieron anular los 32 boletos, cada uno a un costo de Bs 50. Julia ha decidido ya no vender la lotería, y para poder pagar la deuda, tocará la pandereta y cantará, mientras su esposo continuará tocando el teclado.
Ese es el triste panorama que nos acompaña. Y faltan muchas acciones para la inclusión de personas con diferentes tipos de discapacidades. Hace poco, el ministro Juan Ramón Quintana realizó una transacción en el Banco Unión y sugirió, atinadamente, la incorporación de funcionarios indígenas y con discapacidad en este banco.
Una propuesta apropiada y oportuna que ojalá se transforme en política estatal y privada, dado que la inclusión es tarea de todos, a lo que habría que añadir una profunda revisión del sistema educativo que enseñe y recalque, machaconamente, el pilar fundamental de ésta y cualquier sociedad: no robarás.
La autora es máster en comunicación empresarial y periodista
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER