El más bello aro de compromiso
Ser periodista es en verdad un asunto serio, como son el matrimonio y la concepción de hijos en la vida de los hombres. Es un compromiso sellado a fuego con el más bello aro de compromiso. Ser periodista es entregar el alma a una causa humana. Salen ojeras, el pelo se cae o se vuelve cano, la parte blanca de los ojos se torna roja y las tazas de café se sirven por torrentes. Pero la obra terminada es hermosa, porque es la culminación de un trabajo o que va en pos de la información a un público desconocedor de un acontecimiento o que está hecho en aras de la reflexión pública acerca de un suceso importante.
Tres cosas indispensables debe haber en la cabeza, el tintero y el remate de la pluma de un buen periodista:
Primero, información veraz; segundo, capacidad de sistematización de esa información, y tercero, destreza crítica o criticismo.
Hay un cuarto elemento que se llama imaginación, y éste lo tienen sólo los gigantes del oficio.
Pero es ésa la trilogía mágica de cualquier gran periodista, no importa de qué medio, no importa de qué especialidad o género.
Larga vida a los periodistas de mi país y del mundo que llevan su trabajo con rigor y disciplina, con veracidad y pasión. Ser periodista es tener consciencia de un mundo de posibilidades infinitas, de un mundo objetivo que puede ser más fantástico que los mundos del realismo mágico, de un mundo que puede mejorar pero también de un mundo que es maravilloso tal como es. Es ser portavoz de los caídos y también un escritor que imagina universos para guiar a las sociedades.
Porque como pensaba el escritor galo Victor Hugo respecto a la literatura, la palabra escrita —además de un goce y un placer supremos tanto para quien la escribe cuanto para quien la lee— debe ser una suerte de lumbre para la marcha de los pueblos y una especie de cimiento para el edificio de la civilización.
Licenciado en Ciencias Políticas
Columnas de IGNACIO VERA DE RADA