Lo que pasa en Haití no interesa a nadie
El saldo de al menos 11 muertos y de decenas de heridos que dejaron –en Haití– las protestas iniciadas el pasado 7 de febrero para pedir la dimisión de su presidente, Jovenel Moise, y su equipo de gobierno no mueven ni un solo pelo a la comunidad internacional.
Durante los 11 días que duraron las movilizaciones, su capital, Puerto Príncipe fue la que más sufrió la ira de los manifestantes.
Los cerca de tres millones de habitantes de la principal ciudad de ese país estuvieron privados de los servicios básicos como agua potable y energía eléctrica, provisión de combustibles, atención médica, entre otros.
Las protestas de los haitianos reclamaban la rebaja del precio de los productos de primera necesidad, el establecimiento de un gobierno interino y justicia para los responsables del desfalco en el programa energético venezolano Petrocaribe.
Según datos de la Celac, Haití vive una de sus peores crisis económicas, con un déficit presupuestario que supera los 86 millones de dólares en el primer trimestre fiscal, una inflación de más del 15% y la pérdida de más del 68% del valor de la moneda nacional frente al dólar en los últimos tres años.
En el orden social, la pobreza extrema alcanza a una cuarta parte de la población y más del 80% vive con menos de dos dólares diarios.
Otro aspecto que daña al país es la corrupción que lacera tanto al sector público como privado.
Ante esta cruda realidad ni EEUU ni organismos como la OEA, Grupo de Lima, Unión Europea ni otros se han pronunciado como lo hacen vehementemente respecto de Venezuela.
La razón es simple: como la “Petit Afrique” no posee reservas hidrocarburíferas, gasíferas, mineras ni otros recursos naturales, no le interesa a nadie.
Editor de la sección Mundo de Los Tiempos
Lic. en Ciencias Políticas
Columnas de ALFREDO JIMÉNEZ PEREYRA