Robo en moto
Juan Eduardo Araos Chaparro
Desde que retorné a vivir a Cochabamba, hace unos tres meses, muchos me alertaron de que tuviera cuidado al caminar por las calles con el celular en la mano, ya que delincuentes en motocicletas agarraban al vuelo los aparatos y escapaban tan rápido como habían aparecido.
Por eso, cada vez que andaba tenía cuidado de no exhibir el teléfono, prefería usar audífonos y micrófono para hablar , y no en pocas ocasiones decidí cortar, de buenas a primera, cuando aparecía alguna motocicleta.
En caso de tener que escribir un chat, siempre estaba muy atento a lo que pasaba a mi alrededor y por eso muchas veces me sitúe a buen recaudo, detrás de algún quiosco o apoyado en una pared, para responder los mensajes.
El cuidado daba resultado: yo seguía teniendo mi celular, que me había comprado en enero de este año, y podía evitar sobresaltos.
Eso sí, debo reconocer que por momentos la situación era algo estresante, peor aún para un tipo como yo, al que le encanta caminar. Sencillamente sentía desconfianza.
Pero la suerte cambió el jueves de la semana pasada. Fue en la avenida Papa Paulo, a eso de las 12:50, cuando minutos después de hacer una diligencia me descuidé y utilicé el teléfono para llamar a un colega. Sigo sin saber el porqué en vez de seguir recto doblé unos metros hacia una calle solitaria.
Lo que ocurrió fue rápido y hasta ahora me parece como una película de acción. Un motor que ruge, una mano que agarra mi teléfono, una moto que vuela, dos tipos en ella y yo corriendo detrás. Creo que fueron unas cinco, quizá seis cuadras, en las que intenté alcanzarlos, sin éxito.
Lo sucedido me obliga a ser aún más precavido. Es más, me he vuelto más receloso al punto que cuando veo una moto instintivamente me toco el bolsillo donde guardo mi nuevo teléfono mientras me alejo sutilmente de la vereda.
El autor es periodista
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