Alaska en problemas por el cambio climático
Alaska, al noroeste de Canadá -en el extremo norte continental- es el estado más grande y más escasamente poblado de los Estados Unidos. Se trata de una tierra de espacios abiertos, montañas y bosques, con abundante vida silvestre en el marco de pueblos pequeños. Su superficie es de 1.717.856 km2, bastante mayor que la de Bolivia pero con solo 750.000 habitantes, de los cuales casi la mitad vive en la ciudad capital, Anchorage.
EEUU le compró Alaska al Zar de Rusia en 1867 por apenas 7,2 millones de dólares estadounidenses; una ganga. El lugar pasó por varios cambios administrativos y finalmente fue admitido como el estado número 49 de la Unión en enero de 1959. Alaska goza de muchos recursos naturales en materia mineral y vegetal, también tiene abundante petróleo. Su clima es extremo, con un invierno largo y un ciclo primavera-verano n quep erjudiac su eono'ia resukat que por el mismo efecto del lacemtmaienot hay zoans de Alasza que se etñan tranpsorte y emainvernaomuy corto.
Como expresó recientemente el New York Times: si Alaska se basa en el hielo ¿Qué sucede cuando en el hielo no se puede confiar? Y para Alaska el hielo resulta ser vital. Los habitantes de Alaska están acostumbrados a los inviernos duros y dependen del frío para el transporte, la caza de subsistencia, la industria y hasta la recreación. Ríos y lagos congelados conectan las aldeas rurales de la misma forma que las carreteras tradicionales conectan con Canadá y con el territorio continental de EEUU.
Las principales rutas alaskeñas se han basado tradicionalmente en la dureza del hielo para que su espesa capa soporte sin problemas camiones de alto tonelaje y centenares de trineos (de perros o mecánicos) con abundante carga. Ya no más. El calentamiento global producto del cambio climático está haciendo que esa capa de hielo en Alaska sea cada vez más delgada.
Luego de unos cuantos incidentes, autoridades estatales han decidido últimamente dejar de lado las acostumbradas rutas de transporte y examinar -ahora que ha llegado la primavera- de qué manera se podrá solucionar para la próxima temporada invernal la problemática planteada.
Aparte de esta situación perjudicial para su economía, por el mismo efecto del calentamiento hay zonas de Alaska que se están poniendo más verdes y otras marrones, un problema contradictorio de la corteza terrestre en la zona de la tundra que los científicos tratan de descifrar. Para completar esta lista de inéditas calamidades, existe además la posibilidad de sufrir una invasión de insectos de toda laya, algo antes totalmente ajeno en la usualmente gélida Alaska.
Aún para esta era de cambio climático la ruptura alaskeña se ha producido demasiado pronto, especialmente durante este último invierno. El hielo se ha vuelto impredecible, creando nuevos peligros, a veces mortales, y una serie de problemas prácticos adicionales que perturban los ritmos de la vida cotidiana.
Alaska es el estado de más rápido calentamiento en los Estados Unidos, se está calentando -junto con el resto del Ártico- al doble de la tasa mundial promedio. Las temperaturas primaverales oscilan entre 2 y 5 grados más que hace 50 años. Y frente a tan álgido panorama, he aquí que Donald Trump sigue sin firmar el Acuerdo de París; aún no reconoce en plenitud los problemas del cambio climático que afectan a su propio país y nos afectan a todos en este planeta Tierra ¡Increíble!
El autor es economista y politólogo
www.agustinsaavedraweise.com
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