El tercio que definirá las elecciones de octubre
Entre estudiosos, analistas e investigadores está muy arraigada aquella tesis que divide al electorado boliviano en tres partes, de acuerdo a los datos históricos sobre el comportamiento electoral. En ese sentido, un tercio del electorado estaría compuesto por el llamado “voto duro” del MAS, cuyo apoyo es incondicional y constante. Comportamiento ampliamente ratificado en las tres últimas contiendas electorales. Básicamente, está conformado por población rural y migrante. Además, con potente identificación étnica y cultural con Evo Morales.
Al frente, con un comportamiento electoral absolutamente disímil, estaría el “voto duro” antimasista. Este tercio nunca votó y tampoco lo haría por Evo Morales. Está compuesto por “sobras” de la antigua “casta señorial”, clases privilegiadas de ingresos altos y clases medias altas. Tienen en su imaginario una visión de país distinta que la que proclama el “proceso de cambio”, con expresiones y resabios racistas de la colonia.
El otro tercio, de comportamiento electoral volátil, está compuesto por el conglomerado de las clases medias de los centros urbanos asentadas en las ciudades capitales. Sus niveles de educación y cultura son relativamente expectables, lo que les permite percibir y entender la política con relativa soltura. Este electorado, que en su composición es el más heterogéneo, posibilitó en las elecciones de 2005 la asunción de Evo Morales. Su apoyo al proyecto masista se produjo más por el descontento y rechazo a los políticos tradicionales de la desgastada “democracia pactada”. Este apoyo, aunque motivado por otras circunstancias, como la extraordinaria bonanza económica que experimentó el país hasta el 2014, se ratificó en las elecciones de 2009 y 2014. Este electorado, altamente sensible, es, como se ve, de vital importancia para el proyecto oficialista de reproducción del poder.
Sin embargo, desde 2015, este tercio, comienza a manifestar signos de enfado y descontento. Confluyen en este proceso la megacorrupción, la manipulación de la justicia, el excesivo y descarado abuso del poder. Ese descontento se expresó en la consulta popular del 21F, convertido en punto de inflexión, pues, desde aquel resultado y la tácita negativa del régimen a cumplir lo expresado en las urnas, se va fraguando un sistemático y recalcitrante rechazo, provocando la irrupción de varias plataformas ciudadanas, que lideraron el movimiento “antievista” en las calles de las ciudades.
Las manifestaciones negativas y de censura, de este tercio, al régimen y al no cumplimiento de los resultados del 21F comenzaron a expresarse en eventos públicos, como en la inauguración de los Juegos Suramericanos, los actos de la efemérides patria en Potosí y los desfiles cívicos de Cochabamba y Santa Cruz. Además de todos los actos donde eventualmente se anuncia la presencia del Presidente, quien ahora ya no es digno de caminar libremente en las calles, como cuando gozaba de alta legitimidad. Ahora son precisos, mínimo, tres cordones de seguridad.
Más allá de las calles, este tercio del electorado tiene como espacio privilegiado para sus interacciones políticas a las redes sociales, mediante las que expresa su repulsa al régimen publicando memes y compartiendo todo lo que eventualmente coincida con su postura “antievista”. Dada su formación y nivel de educación, no tolera la tozuda posición del Presidente, ni sus mentiras y peor aún que no respete su palabra.
Ahora, es muy probable que en los sondeos sobre preferencias electorales su posición esté disfrazada en el gran porcentaje de indecisos que esperan, independientemente de los discursos y propuestas programáticas, cuál de los candidatos opositores se posiciona como la verdadera y potencial opción para hacer frente al oficialismo.
La verdadera batalla electoral, entonces, se librará en este tercio. En la estrategia electoral del oficialismo ya hay señales orientadas a recuperar a este electorado. Tarea, por cierto, altamente complicada.
Por su parte, Carlos Mesa, para ganarse la adhesión de este tercio, lo único que debe hacer es posicionarse como el mejor candidato de oposición y polarizar el escenario.
El autor es profesor de la Carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.