Sin solución el problema de la basura
Llego a la Llajta y compruebo que el tema de la basura regresa a la actualidad. Los ojos están puestos en los muladares, depósitos de basura que son foco de enfermedades, habitáculo de bichos y serpientes, lugar de trabajo de los rebuscadores, fuente de subsistencia de perros, gatos, buitres y toda suerte de seres vivientes que merodean los vertederos las 24 horas.
Consciente de este primer problema comunitario, luego de mi experiencia dentro de la Alcaldía Municipal en 1992 (Gestión de Cardona), de regreso en Suecia pedí a las autoridades pertinentes se me facilitara el estudio del “manejo de los desechos sólidos domiciliarios” y las soluciones más actualizadas. La generosidad de miras con que el reino trata a los refugiados políticos me brindó la ocasión de bocetar un anteproyecto con observación in situ del funcionamiento de las plantas de basura no sólo de Suecia, sino también en México y Polonia.
Fruto de esa observación, logré formular unas ideas con la claridad necesaria para exponerlas ante las tres ciudades del Eje Central, lo que pude cumplir ante Reyes Villa, Percy Fernández y Daniel Quevedo, de Cochabamba, Santa Cruz y La Paz en 1995 o sea más de 20 años ha. Demás está expresar la gratitud a la inteligencia del mercado de trabajo escandinavo que apoyó el conjunto de tareas, incluyendo contactos con empresarios suecos dispuestos a invertir en tal empresa.
Acopiar la basura, seleccionarla en dos grandes sectores, la biodegradable destinada al compost y la restante que consiste en papel, cartón, vidrio, plástico, escombros y metales especialmente, algunas factibles de reciclaje y reconstitución y otras destinadas a la combustión en este caso la incineración que daría por resultado energía eléctrica y pellets, la primera para alimentar las redes locales y el segundo como piedra menuda para construcción vial.
Por aquel entonces tropezamos con tres obstáculos. Uno, insuficiencia de basura, el volumen mayor era el de Santa Cruz, 600 toneladas por día, siendo que la capacidad mínima era de 800 para una planta de mediano tamaño. Dos, la carencia de recursos para financiar el proyecto de 25 millones de dólares. Tres, inexistencia de voluntad política para ejecutar su desarrollo. “Lindo proyecto, dijo Quevedo, aunque en La Paz el Orkojahuira nos brinda la solución”.
Hoy en día la Mancomunidad Kanata produce tanta basura que podría alimentar una planta de gran tamaño. El proyecto está en camino, aunque errado el planteamiento de avanzar como empresa autosostenida. No puede ser, en su arranque debe contar necesariamente con el soporte financiero del Estado. Lo contrario obliga a seguir esperando, 10 o más años, para liquidar los muladares que son la pesadilla actual de las ciudades.
El autor es periodista
mauricio.aira@comhem.se
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