No sólo de elecciones vive Bolivia
La edición de Los Tiempos del lunes pasado me sorprendió y me obligó a dejar de ver el ombligo electoral. La noticia de apertura estaba dedicada a la denuncia de que en varios municipios del Chapare se utiliza a los ríos como vertederos de basura, y la foto principal mostraba uno de ellos.
Privilegiaron la información sobre el manejo de basura (incluyendo un extenso reportaje en sus páginas interiores), un tema de gravitante importancia en el departamento, y ubicaron en un lugar secundario, por ejemplo, la información sobre el indecente e ilegal lanzamiento de la campaña electoral del MAS. Así, Los Tiempos estableció, en el diseño de su tapa, la importancia de las noticias en función al bien común y no de intereses particulares.
Obviamente esta decisión contradice los objetivos de las autoridades del gobierno y el MAS. Éstas, en su afán de prorrogarse en el goce del poder, y particularmente desde su derrota en el referendo constitucional del 21 de febrero de 2016, en el que la mayoría de la ciudadanía rechazó la reforma constitucional para habilitar al binomio Morales/García para las elecciones de octubre próximo, tratan de imponer su agenda proselitista y disfrazar esa ilegalidad.
El lunes pasado Los Tiempos nos ha recordado que hay temas más importantes, y uno de ellos en Cochabamba es cómo enfrentar el tratamiento de la basura. Hasta esa crónica, se creía que éste era un problema sólo del eje metropolitano, razón por la que, de una u otra manera, las críticas sobre su irresolución estaban dirigidas a los alcaldes de los municipios que ahí conviven, y de refilón al gobernador, por su incapacidad de establecer líneas de coordinación activa.
Ahora, dada la dimensión del problema se constata que hay clara irresponsabilidad de las autoridades de la gobernación, en el nivel departamental, y del Ministerio de Medio Ambiente, en el nivel central, que tratan de eludir el cumplimiento de sus funciones y atribuciones en un tema que, hay que insistir, es muy grave para la salud de la población y del medio ambiente, así como para la convivencia pacífica, como demuestran los permanentes enfrentamientos que se producen en los actuales botaderos (y si afinamos la mira, se ve que una situación similar se presenta en buena parte del territorio nacional, particular, pero no únicamente, en los centros urbanos).
Para agravar más el problema, no hay plataformas, como por ejemplo “No a la tala de árboles”, que movilicen a la ciudadanía a tomar cartas en este asunto. Más allá de proyectos de corto alcance, aunque útiles, como los que impulsa la cooperación suiza a través de algunas instancias municipales, educativas y de organizaciones no gubernamentales, pareciera que no se puede salir de lo testimonial. Para colmo, en una buena parte de la población no hay conciencia de que cada quien es responsable de la basura que produce, situación que se comprueba por el hecho de que las calles estén nuevamente con basura a las pocas horas de haber sido barridas o que un conductor, cualquiera sea su sexo y el vehículo que conduce (un colectivo o una lujosa vagoneta último modelo), lance sus desechos a la calle y se enoje si se le llama la atención.
En este contexto, se puede afirmar que sólo cuando se aúnen esfuerzos y voluntades entre la población y las autoridades (de todos los niveles) se podrá revertir la idea de que la basura es un problema irresoluble para convertirse incluso en una fuente de ingresos.
Pero, eso exige pensar en el bien común antes que en los intereses poco santos de las autoridades de turno y, en las actuales circunstancias, quitar un poco de prioridad a las campañas electorales, pues no sólo de ellas vive la ciudadanía (más bien, las sobrelleva...).
El autor fue director de Los Tiempos
Columnas de JUAN CRISTÓBAL SORUCO QUIROGA