Se llama Patriarcado
Raúl Peñaranda U, en su columna del pasado domingo habla de la violencia contra la mujer y describe la brutalidad de algunos de los últimos feminicidios. Y otros que sin ser brutales son igual de macabros.
Asume que es algún problema de la psiquis de los varones bolivianos. Dice que “algún problema los convierte en personas inseguras”
No es ningún problema de la psiquis de los bolivianos, es un problema de la estructura de poder y esa estructura, que no se la quiere admitir como la causante de la violencia contra la mujer, es el patriarcado.
Es la estructura macha de un sistema que está distribuido por toda la tierra. El mismo tipo de macabras escenas adornan la prensa británica, española, holandesa, e incluso la sueca.
Tan universal es el crimen contra la mujer y tan universal es la falta de consciencia de este fenómeno que ahora somos capaces de justificar con un tema de inseguridad.
No querido Raúl, no es inseguridad ni frustración, es simplemente violencia gratuita, ejercida por un sinnúmero de vándalos sueltos. Vándalos porque hacen carne de sus virtudes de macho tribal en todas las manifestaciones posibles de ejercicio de esta brutalidad.
El fútbol manifiesta su misoginia en gritos tan justificados como, “mujercita”, “maricón” o “ afeminado”. Todo eso, en el lenguaje de la calle, es mantener la misoginia justificada por una estructura que se identifica claramente con el macho.
El ejército, en su lenguaje educador, hace lo propio. “¡Maricón, en mi escuadra no hay maricones!” “Sí mi sargento, a sus orden mi sargento. Tu fusil es tu chola. Pareces una mujer”.
El lenguaje es uno de los elementos que utiliza el patriarcado y la misoginia para perseverar en su espiral de odio a la mujer. Los colegios no lo hacen mejor. En las escuelas, si tienen uniforme, el de ellas es faldita y tacones, cuanto más altos mejor. El uniforme de las policías, incómodo, peor al ser mujeres se diferenciarán de sus colegas hombres y harán cosas menos igualitarias. Ellas serán secretarias, serán cuidadoras, serán limpiadoras.
La sociedad misma justifica. Al ver con ojos de desigualdad a ellos y ellas. “Arregláte que pareces un chico sin pintura”, “no te cortes el cabello como hombre, pues”.
Los sindicatos no son mejores lugares en la lucha por la igualdad. Ellas son las que, participando, si demandan se las acusa de comportamientos poco dignos de mujer.
Esa es la psiquis que está matando a las mujeres, no otra. La psiquis que justifica el abuso sexual, la maternidad adolescente, la falta de educación igualitaria, eso está matando a las mujeres. La diferencia salarial, las calles llenas de peligros, los toques los piropos. Autoridades que manosean y pegan son de alguna manera ejemplos a ser o escondidos y reprochados en lo privado.
Cualquier referencia a la mujer es, desde el punto de vista patriarcal, el de ellas, y no inclusivo. Por supuesto que las universidades no se libran, hay acoso y abuso que se mantiene escondido.
Pregunto, ¿Hay estadísticas de cuántas mujeres universitarias han recibido ofertas de mejores notas a cambio de sexo? ¿ Hay un teléfono con número gratuito para denunciar casos de violencia tanto doméstica como de acoso?
Si todos dejáramos de ver algo psíquico y viéramos más que la única manera de hacer iguales a ellas y ellos es a partir de verlas como seres humanos. ¡Nada más!
El autor es filósofo y sociólogo
Columnas de CARLOS F. TORANZOS