“Ya hay un ganador”
Con una sinceridad espeluznante, el presidente del Estado ya ha anticipado el resultado de las elecciones de octubre. Ha dicho que “ya hay un ganador” refiriéndose a él y, lógicamente, a su acompañante de binomio.
No se trata de un anuncio de fraude sino que parece, más bien, un cálculo político. Por lo que dijo, ha quedado muy contento con la cantidad de gente que el Movimiento al Socialismo (MAS) logró reunir en la concentración de Chimoré, el 18 de mayo, y, basándose en esa masa, cree que esas cifras podrán reproducirse en las urnas. El otro elemento con el que justifica su cálculo es el voto de los indecisos. Afirma que cuando estos se enfrenten a la papeleta electoral, y aún no hayan decidido por quién votar, lo harán por quien encabeza las encuestas ya que nadie vota a perdedor.
El razonamiento presidencial tiene lógica pero no toma en cuenta las múltiples variantes de una campaña que, al involucrar a personas, está sometida a circunstancias sobrevinientes. Para empezar, ¿qué tan fiable es una concentración de personas a la que no solo asistieron personas en edad de votar sino, también, decenas de grupos familiares en los que aparecen niñas y niños? El MAS sigue creyendo –o quiere creer– que el aparente apoyo masivo que recibe en actos públicos se debe a una libre y espontánea adhesión de personas que, además, estarán en condiciones de votar en octubre. El detalle es que la asistencia a esas reuniones no es siempre voluntaria.
El elemento que sí debe tomarse en cuenta es el de los indecisos. Salvando las excepciones de la gente que, al final, no votará por un candidato en particular sino en contra del MAS, es cierto que la mayoría preferirá no desperdiciar su voto y se lo dará a aquel que se perfile como ganador. Y ahí es a donde apunta el Presidente. Por tanto, su anuncio de que “ya hay un ganador” es una estrategia. Si logra sembrar en el electorado el hecho de que el binomio Morales-García Linera está arriba en las encuestas, entonces podrá arrastrar a buena parte de esa masa de personas que todavía no sabe por quién votar.
Eso explica la campaña paralela que el Gobierno realiza, con bienes y fondos públicos, para promocionar la imagen de su candidato.
Existen preocupaciones mayores como, por ejemplo, ¿de qué manera se ganará las elecciones? Ojalá que lo que se ve en el Tribunal Supremo Electoral, o lo que se está viendo ahora en Riberalta, no sean anticipos de lo que se viene.