La perversión de la utopía
“Era evidente que estábamos hundidos en el fondo de una atrofiada escala social donde inteligencia, decencia, conocimiento y capacidad de trabajo cedían el paso ante la habilidad, la ubicación política, el ser hijo, sobrino o primo de alguien, el arte de resolver, inventar, medrar, escapar fingir, robar todo lo que fuese robable. Y del cinismo, el cabrón cinismo”. De esta manera, Iván, personaje que narra la historia, reflexiona y describe en qué había devenido aquella revolución que empezó como utopía y se pervirtió. La novela histórica El hombre que amaba a los perros, del cubano Leonardo Padura, relata en detalle las intrincadas pugnas por el poder entre los líderes de la Revolución Rusa y nos muestra cómo aquellas “revoluciones que se llevan a cabo en nombre del pueblo” y cómo las mejores causas por las que muchos invirtieron sus esperanzas, sueños, tiempo, sangre y en definitiva, la vida misma, llegan a pervertirse cuando la angurria de poder se adueña de los líderes. La obra es un buen pretexto para reflexionar sobre el papel de la historia.
Padura cuenta que los líderes revolucionarios eran responsables de haber destituido a dirigentes sindicales, de haber borrado la democracia de las organizaciones obreras, y haber contribuido a convertirlas en entidades amorfas que fueron utilizadas a placer por los burócratas estalinistas para cimentar su hegemonía. Paradójico que en nombre de la revolución y el socialismo se corroyeran organizaciones de base. Para quienes encabezaban la revolución había resultado evidente que hacer escarnio del que se opusiese constituía una necesidad política, para implantar el proceso revolucionario. A través del personaje principal, Padura nos muestra que los más triste fue ver cómo un país valiente, que tuvo la revolución al alcance de las manos, había sido sacrificado por quienes se adueñaron de la revolución y el socialismo.
Se había instaurado un régimen de terror. Una clase privilegiada había tomado las riendas de la Unión Soviética, después de haber asesinado a miles de personas, en nombre de la revolución. La figura enfermiza de Stalin llevó una guerra a muerte que ya no era contra la oposición, sino contra la historia misma. Sin embargo como el mismo autor señala “la venganza de la historia suele ser más poderosa que la del más poderoso emperador que jamás hubiese existido”. Porque cualquier régimen instituido sobre el terror y la mentira, sostiene al gigante cuyos pies son de barro.
Padura, nos deja reflexiones tan oportunas para nuestros tiempos de “cambio”, pues cuando se miente y engaña en nombre de la revolución, y las causas más justas, llega un momento en el que no se sabe dónde empieza la causa y dónde las mentiras. En definitiva, se produce la perversión de la utopía.
La autora es socióloga y antropóloga
Columnas de GABRIELA CANEDO VÁSQUEZ