Venezuela, un mes más de frustraciones
Un mes más ha transcurrido, y ya son cinco, desde que el pasado 23 de enero se iniciara en Venezuela la que parecía una especie de ofensiva final contra el régimen chavista y el presidente Nicolás Maduro. Ese día se inició un proceso que parecía destinado a tener un pronto desenlace. Todas las apariencias indicaban que sería cuestión de horas, máximo de algunos días, que la combinación de fuerzas entre la oposición civil interna, las disidencias militares y la presión internacional para que se ponga el punto final a más de dos décadas de “socialismo del siglo XXI”.
Lo que ha ocurrido desde entonces dista mucho de lo que se preveía y la esperanza de una pronta y pacífica salida de la crisis se aleja cada vez más. Con cada día que pasa empeoran las condiciones de vida del pueblo venezolano, y lo único que avanza es el proceso de descomposición económica, política y social.
A tal resultado se ha llegado por la confluencia de varios factores, todos unidos por uno común. Es que las fuerzas opositoras, tanto las internas como las externas, encabezadas por el gobierno de Donald Trump, subestimaron al chavismo, a su apoyo interno y al externo, representado por Rusia y China.
El recuento de daños dejados por los cinco meses transcurridos desde el inicio del proceso es especialmente negativo para la oposición. La acumulación de fracasos ha ocasionado el agotamiento de sus fuerzas y no ha sido capaz de mantener viva la esperanza. Ha podido más el miedo y el desencanto, de modo que aun sobre las ruinas de la economía y de su legitimidad, Nicolás Maduro ha logrado sobrevivir.
El fracaso es también de la política exterior de Estados Unidos. Como ya pasó en otros frentes donde se pone a prueba la diplomacia de Donald Trump, las bravuconadas sólo sirvieron para poner en evidencia que ahora más que nunca EEUU merece el rótulo de “tigre de papel”.
Ante el fracaso de la fórmula propuesta el 23 de enero y frustrada el 30 de abril, la única vía de salida que se vislumbra con alguna posibilidad de éxito es la negociación abierta con la mediación europea. Escenario óptimo para el chavismo pues, cuando llega la hora de pasar del radicalismo verbal a la acción política práctica, la oposición venezolana muestra que no ha aprendido nada de sus desaciertos acumulados durante más de dos décadas.
Por razones obvias, vale la pena seguir de cerca y aprender de la experiencia venezolana pues no es poco lo que de ella pueden aprender tanto quienes conducen a las fuerzas oficialistas como a las opositoras de nuestro país.