Nuestro acercamiento hacia Perú
Ayer se ha llevado a cabo el V Gabinete Binacional Perú – Bolivia. Como las cuatro versiones anteriores del encuentro, éste fue presidido por los mandatarios de ambos países. Evo Morales dio así continuidad a la iniciativa inaugurada en 2015, mientras Martín Vizcarra tomó la posta dejada por sus dos antecesores, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski.
Este último dato no es menor pues confirma que el esfuerzo de acercamiento ya puede ser considerado como una verdadera política de Estado de ambos países, pues tanto los sucesivos gobiernos de Perú, como el de Bolivia, han confirmado que están dispuestos a poner los intereses comunes por encima de distanciamientos políticos e ideológicos.
Con ese telón de fondo, dando por hecho que son de lo más sinceras las mutuas muestras de cordialidad e incuestionables las buenas intenciones desplegadas durante los últimos cinco años, es necesario dirigir la atención hacia una evaluación objetiva de lo hasta ahora avanzado, sin perder de vista los asuntos en los que los resultados están lejos de lo esperado.
Al hacerlo, resulta inevitable cierta insatisfacción. Es que el rasgo principal de los 49 puntos de la Declaración de Ilo, de los 12 acuerdos y 92 compromisos suscritos, es que siguen pareciendo más una declaración de buenos deseos que un informe de resultados.
En la lista de lo positivo destaca, sin duda, el lugar prioritario que se ha asignado a los asuntos relacionados con el medio ambiente. A lo mucho que ya se está haciendo para la preservación de las aguas del Lago Titicaca y de las regiones aledañas, se suma ahora la preocupación por la región amazónica también compartida por ambos países. Lo que se plasma en la decisión de fortalecer y mejorar la prevención y control del tráfico legal e ilegal de los recursos forestales maderables y no maderables, y de vida silvestre.
Lo mismo puede decirse de los proyectos de integración binacional, en áreas como la energética y las telecomunicaciones. Y aunque algo también se ha avanzado hacia la plena habilitación del puerto de Ilo, es evidente que no se lo ha hecho con la agilidad necesaria.
En contraste con todo lo anterior está el nulo avance hacia la construcción del Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración (CFBI). Sólo se reafirma muy escuetamente la intención de “impulsar y concluir, en el más breve plazo posible, el estudio integral de factibilidad” del proyecto.
De cualquier modo, más allá y a pesar de las dificultades y las expectativas no satisfechas, lo importante es que se ha confirmado que la buena orientación de las relaciones bilaterales es el mayor acierto de la política exterior del gobierno actual.