Una Bolivia del siglo XXI
Bolivia hoy necesita abrirse a los más alejados horizontes a los que pudiere alcanzar la más sutil de las miradas humanas. Necesita actuar con una alta dosis de pragmatismo.
En lo político, necesitamos amalgamar un espíritu nuevo, cuya síntesis podría ser una extraña mezcla entre lo mejor de lo que fue el nacionalismo y lo mejor de lo que fue el liberalismo del siglo XX, respectivamente. Y debemos apuntalar y repensar nuevamente la nación y el concepto de lo que somos como sociología actuante en la región.
En lo diplomático debemos encarar, primero, una reforma en la educación de nuestra Academia Diplomática, para que los diplomáticos y funcionarios del servicio exterior sean personas especializadas y capaces, y segundo, un proyecto de ley para que los diplomáticos sean designados según un escalafón determinado por la conclusión de una carrera diplomática o en virtud de la notabilidad en sus trayectorias de vida.
La economía del siglo XXI deberá ser una economía de puntos medios, con las puertas abiertas a la inversión extranjera y la mirada atenta del Estado sobre ella, para que las riquezas generadas estén al alcance pleno de las clases desposeídas.
Sin embargo, quizá todas las ideas abordadas en estas líneas puedan ser sintetizadas en lo que representa, en su amplísimo sentido, la educación. Despojarla de sus achaques de melancolía es una necesidad para poder formar técnicos y humanistas.
En lo partidista, por último, debemos seguir la tendencia del mundo: la conformación de organizaciones ciudadanas, que debaten, interpelan, proponen y ejecutan (sin prescindir de las corporaciones). Porque a nuestro siglo, globalizado, intercomunicado, dinámico en todo sentido, le debe estar prohibida la ortodoxia.
En conclusión, necesitamos, hoy más que nunca, un shock de pragmatismo a la cabeza de personas nobles, visionarias y con grandes espíritus.
Licenciado en Ciencias Políticas
Columnas de IGNACIO VERA DE RADA