Otro gran salto hacia atrás
En nuestra edición de ayer se ha publicado una serie de datos proporcionados por la dirección de Medio Ambiente de la gobernación de Cochabamba sobre el saldo dejado por la noche de San Juan. Según ese informe, en todo el departamento se tuvo un aire contaminado que casi sobrepasó en 200% los límites permitidos por la Ley 1333 de Medio Ambiente.
La causa principal de tan alarmante resultado habría sido, según el reporte que comentamos, 518 fogatas que se apagaron. 168 más que en 2018. Unas 200 habrían sido encendidas en el municipio de Sacaba, más de 50 en Mizque y 67 en el trópico.
Es evidente que esas cifras no son más que un pálido reflejo de lo que ocurrió en realidad. Así como queda corto el impacto que se atribuye a 23 incendios registrados en diferentes municipios.
Esta situación es considerada crítica, por lo que según las autoridades departamentales “no se descarta la posibilidad de agendar este tema como prioridad dentro del Consejo Metropolitano de la región”. Es decir, han llegado a la conclusión de que es necesario “generar políticas con acciones a corto y largo plazo para revertir los altos niveles de contaminación”.
Por supuesto, está muy bien que el tema empiece a ser por fin merecedor de alguna atención. No se puede ocultar, sin embargo, que tras esas declaraciones de preocupación y buenas intenciones lo que hay es mucha negligencia y un gran desprecio por todo lo que tiene que ver con la salud medioambiental. Lo que se refleja en la manera sistemática como nuestra ciudad, nuestro departamento y todo el país se avanza hacia una destrucción total del medioambiente que nos rodea.
En ese contexto, lo ocurrido durante la noche de San Juan no es más que una muy pequeña muestra, casi insignificante, de un mal mucho mayor.
En efecto, es muy significativo que después de muchos años durante los que era notoria la tendencia hacia la disminución de la contaminación ambiental causada por las fogatas y los juegos pirotécnicos, este año se haya confirmado una tendencia al retroceso. Eso merece ser motivo de atención y reflexión pues puede ser interpretado como un síntoma más de la falta de conciencia sobre nuestra responsabilidad con el medioambiente en que vivimos.
Que así sea es más lamentable aún si consideramos que hacía ya varios años que se registraban mejoras, las que en su momento fueron vistas como un signo esperanzador. Eso significa que algo está fallando en la manera como las principales instituciones de nuestra región –gobernación y alcaldías municipales– se relacionan con la ciudadanía para encarar los problemas colectivos.