“Cabeza de turco”
El pasado año compartí en este espacio, la experiencia sufrida por una visionaria gestión directiva del club de mis amores, que en 2014 apostó por un proyecto integral para la formación de futbolistas profesionales. Era el inicio de un proceso, de una escuela, un paso trascendental para potenciar al equipo y promocionar desde 2020 “jugadores de exportación”. Pero el proyecto quedó trunco; fue mayor la impaciencia del hincha por recuperar la categoría y hoy, seguimos contratando jugadores extranjeros de tercera división en su país.
Al hincha sólo le mueven los resultados. Un gol convierte a su héroe en villano y viceversa. Para Fox Sports Marcelo Martins es un “9 fantástico” pero como no hizo gol, para el hincha es un “inútil”. Y es que hoy, hasta el más profano en materia de fútbol, opina, culpa e injuria a los jugadores, como si su rendimiento fuera sólo cuestión de buena voluntad.
Pues no señores, las copas internacionales exigen un alto nivel competitivo. Entre más y menos, los rivales son futbolistas de élite, formados en centros de alto rendimiento con el respaldo de toda una estructura institucional y estatal en sus países. Ellos son los sujetos poseedores del talento innato, son materia prima de un producto en la industria del fútbol.
Nuestra realidad es diametralmente opuesta. Basta observar las condiciones de entrenamiento de las categorías “sub” de los clubes, para saber que el futbolista boliviano se hace prácticamente solo. La mayoría proviene de estratos socioeconómicos bajos con todas las carencias que ello conlleva: deficiencia alimentaria y en salud, trabajo infantil y otros, pero se esfuerza por superarse y alcanzar sus sueños. Por eso su rendimiento tiene un tope, como admitió Fernando Saucedo con hidalguía “di todo lo que puedo dar y no alcanza”. Con todo, el equipo da la cara en torneos internacionales y su participación genera millonarios ingresos a la FBF.
La copa América desnudó el subdesarrollo del fútbol boliviano. Desnudó la ausencia de Estado en materia deportiva. Así como hay representantes bolivianos en deportes individuales que se pagan sus viajes para representar al país, el fútbol también sufre abandono, y aunque el futbolista debe hacer su parte, responsabilizarle totalmente es buscar una “cabeza de turco”.
Exijamos al Gobierno; digámosle al presidente Evo Morales que televisar sus partidos con dirigentes de organizaciones sociales o, construir canchas en medio de la nada, no es trabajar por el fútbol, es perjudicarlo. Exijámosle que ejecute políticas públicas de formación deportiva como lo hizo Venezuela y como lo está haciendo Catar, cuyos resultados ya empiezan a verse.
Exijamos a la FBF; digámosle a su presidente César Salinas que incorporar seis extranjeros en cancha no es mejorar el nivel del fútbol boliviano, es perjudicarlo. Exijámosle que, así como usa su Plan Estratégico 2019-2022 para ejercer poder en el ente federativo, honre los lineamientos más importantes: relación con los actores del fútbol, desarrollo del fútbol e infraestructura.
Si queremos resultados diferentes, no sigamos exigiendo visceral y compulsivamente el cambio de técnicos y jugadores. Urge un trabajo serio y constructivo en deporte formativo desde las divisiones menores, con asignación de recursos financieros, técnicos, materiales y profesionales para ejecutar políticas de reclutamiento de talentos, entrenamiento y perfeccionamiento asistido. Apoyemos el proyecto de Eduardo Villegas. ¡Apostemos por los procesos!
Columnas de DAFNE ZENZANO