¡Campeón, otra vez!
La última escena de la obra Copa América terminó. Las luces del escenario se fueron apagando lentamente y también se fue cerrando el telón. De aquí en más, cuando se revise este programa se podrá leer que el director y los actores brasileños derrotaron a Perú 3-1 ganando la Copa América en el mítico estadio Maracaná.
Brasil, para este nuevo galardón, en un momento determinado, transpiró la gota gorda. Fue a partir de la expulsión del delantero Gabriel Jesús (24’ST) que el dueño de casa perdió algo de su libreto. Cedió la iniciativa a Perú que en un par de ocasiones estuvo a punto de anotar con remates de Trauco y Flores. De todas formas, Brasil tuvo el mérito de capear el temporal.
En el primer tiempo la Canarinha manejó a su antojo el medio campo con Casemiro y Arthur. La Blanquirroja se olvidó de marcarlos, error capital, porque ya sabemos que a los brasileños no les gusta que le respiren cerquita de la nuca.
Con este panorama, no tardó en llegar el primer gol de Everton a los 14’. Durante todo el campeonato, Brasil tuvo en el lateral derecho Dani Alves y el atacante Gabriel Jesús en una asociación envidiable. Seguía manejando el “jogo bonito” Brasil. Empero un penal traducido en gol por el peruano Paolo Guerrero puso el partido al rojo vivo. Perú se lanzó al ataque y esto le costó caro porque un contragolpe originó que Gabriel Jesús anotara el 2-1 a los 47 minutos de la brega.
En el segundo tiempo ya referimos lo que ocurrió, la Blanquirroja hizo ingresar a tres jugadores con vocación de ataque; Raúl Ruidiaz, Christofer Gonzales y Andy Polo. Fue un ataque desordenado. Brasil, de todas formas, aguantó el juego.
Para finiquitar el pleito, el tercer gol del cuadro anfitrión llegó a través del penal conseguido por Richarlison (44’) y punto final.
La pregunta: ¿Brasil fue el mejor de la Copa? Claro que sí, porque terminó con sólo un gol en contra y ninguna derrota. Para Perú, un esfuerzo mayúsculo que quedará como un bonito recuerdo para su pueblo deportivo.
Director de Codebol
Columnas de EDUARDO ARÉVALO TINEO