Fin de una injusticia
Las palabras del presidente Evo Morales, que pidió a los dueños de medios de comunicación que sean más responsables con el manejo de la verdad, pueden interpretarse de diferentes formas –desde la ciencia, la lógica, las matemáticas y la filosofía–. Pero como provienen de un político, entonces la respuesta debe orientarse hacia esa actividad del quehacer humano.
Y la respuesta política a un pedido de responsabilidad con la verdad es que ésta no es la misma para todos. Básicamente, la verdad es la coincidencia entre una afirmación y los hechos, o la conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente, así que es un absurdo pretender que sea la misma para todos.
Desde ese punto de vista, una es la verdad del Gobierno y otra, muy distinta, la de la oposición. Y, por más que el gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) diga representar al pueblo, la verdad de este partido no es la de la gente común.
Por ello, cuando el Presidente pide responsabilidad con la verdad, cabe preguntarse cuál de ellas, si la suya, en la que existe un país sin ningún problema y avanzando vertiginosamente hacia su desarrollo, o la de la oposición en la que Bolivia se aproxima al despeñadero debido a que el partido en función de gobierno atropella la Constitución al volver a postular a los primeros mandatarios que ya cumplieron sobradamente sus mandatos.
En la verdad del Presidente, el Gobierno ha cumplido con su compromiso de eliminar la obligatoriedad de publicación de avisos en los medios de comunicación social y ahora espera que la prensa también cumpla su palabra. En la verdad de la prensa, falta saber qué es lo que el Presidente quiere que se cumpla y, en cuanto a la referida eliminación, lo que está ocurriendo es que se reencausa la legalidad, por lo menos en lo que hace a ese tipo de avisos.
Y es que hasta anteayer los medios de comunicación social del país estaban obligados a publicar mensajes con extractos de varias leyes promulgadas por el Gobierno porque así se establecía en éstas. Son los casos, por ejemplo, de la Ley 348, para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia y la Ley integral contra la Trata y Tráfico de Personas. El detalle es que no son solo dos las leyes que obligaban a esas publicaciones sino otras más que, en conjunto, representaban una serie de obligaciones que los medios debían cumplir al pie de la letra si no querían ser sancionados por el Gobierno.
En la verdad del Presidente, él le está haciendo un favor al periodismo. En la verdad de la prensa, se repara una flagrante y diaria violación a la Constitución Política del Estado.