La universidad ante la crisis climática
La crisis climática, que amenaza la sobrevivencia planetaria, es el mayor desafío que enfrentan las sociedades contemporáneas. Este es un desafío para la humanidad por la responsabilidad que significa el impacto devastador de las acciones antropogénicas (acciones de la especie humana) sobre la biósfera. Este impacto asume tal magnitud que ha llevado incluso a plantear, recogiendo la propuesta del científico Paul Crutzen, el inicio de una nueva época geológica, la época del antropoceno. En ese sentido, la posibilidad de hacer frente a este reto y revertir las condiciones climáticas pasa fundamentalmente por transformar las formas de vida de las sociedades humanas, transformar los patrones de desarrollo devastadores e injustos, es decir, transiciones paradigmáticas, en el uso y aprovechamiento de los recursos y espacios ambientales, especialmente una transición energética (productiva y de consumo) y en la construcción de un relacionamiento sociedad-naturaleza que permita una convivencia armónica y de respeto de los derechos de la Madre Tierra; entendiendo a la naturaleza como soporte vital de todas las especies que habitan este planeta, incluida la especie humana. Esta transición paradigmática debe ser política, socio-económica, tecnológica, educativa y cultural.
El error en la gestión climática es apostar solo a las decisiones de los gobiernos y, desde una visión reduccionista, pensar la crisis climática y sus soluciones solo desde el ámbito climático y desde un abordaje técnico, cuando, en realidad la crisis es estructural, es civilizatoria, es integral y es responsabilidad de todos. Por tanto, la posibilidad de transformar el escenario climático pasa por cambiar las actitudes estructurales, la lógica y visión del desarrollo, los fines, los principios y valores de vida de la humanidad, basado en una visión holística que integra los sistemas naturales (ciclos, dinámicas y límites naturales) y los sistemas sociales, pero no de manera aislada sino desde su inter-relacionamiento.
En ese sentido, en el marco de las dinámicas y escenarios de transformación descritos, los roles de la universidad y de la educación en general son fundamentales, no solamente en la sensibilidad y conciencia ciudadana y profesional respecto de la crisis, sino también en la construcción y gestión de una nueva cultura ambiental y de justicia socio-climática. Esta gestión debe manifestarse en los procesos formativos y de gestión del conocimiento, pero también en el rol protagónico de la universidad como sujeto de transformación, es decir, en la toma de decisiones y la definición de políticas universitarias que coadyuven a la creación de espacios universitarios y otros espacios sociales que contribuyan a la calidad ecosistémica, creando una cultura socio-ambiental desde la práctica universitaria.
Por tanto, la universidad debe ser un espacio que crea y recrea modelos a seguir en la reversión de las condiciones de deterioro ambiental y en la construcción de condiciones de vida basadas en actitudes y acciones de sustentabilidad, reduciendo el uso de recursos y la generación de residuos (economía circular), construyendo espacios carbono neutrales (con emisiones netas de gases de efecto invernadero iguales a cero), de generación y consumo energético sustentable, de fortalecimiento y recuperación de la biodiversidad local; en general, actuando respetando y protegiendo los límites y capacidades ecosistémicas, educando y poniendo en práctica la convivencia armónica socio-natural.
Un ejemplo de estas actitudes, es la posición que han asumido la semana pasada 7.000 universidades a escala mundial. Según Naciones Unidas, estas universidades han declarado la emergencia climática y han decidido actuar definiendo como objetivo el convertirse en carbono neutrales para 2030, y destinar mayor cantidad de recursos para la investigación sobre cambio climático.
El reto de la universidad en este accionar es superar el abordaje exclusivamente tecnológico y entender el cambio climático desde un enfoque holístico, socio-político, económico y cultural, este abordaje es fundamental para enfrentar la crisis global de la cual el cambio climático es una manifestación. En ese sentido, es necesario que las universidades promuevan y se conviertan en laboratorios sociales de transformación paradigmática que permitan enfrentar y revertir la crisis climática, por ende la crisis civilizatoria, creando caminos alternativos de vida.
La autora es responsable del área de Desarrollo del CESU-UMSS
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