“Embanderamiento” urgente y necesario
Marcela Iporre
Como era de esperar, la Gobernación de Cochabamba, conmemorando los 194 años de fundación de Bolivia, decretó del 2 al 7 de agosto (DD/4134) el embanderamiento con los símbolos patrios.
La normativa establece que instituciones públicas y privadas, unidades educativas, vehículos oficiales y la población en general tienen la obligación de embanderar una parte visible de sus infraestructuras.
Es justo y necesario hacer este tipo de homenajes al Estado —enarbolando nuestros símbolos patrios— porque forman parte del civismo ciudadano; un sentimiento que cada vez parece entregarse al desamor a causa del individualismo propio de la modernidad.
Si hay algo interesante en estos 10 años de “proceso de cambio” —según mi parecer— es la manera solemne cómo se ha enseñado a entonar el Himno Nacional; pues en 26 años como maestra he formado a miles de alumnos en horas cívicas, desfiles, efemérides y actos estudiantiles. Pero el fervor con que se impulsa a cantar nuestro Himno hoy es otro. La mano al pecho, en señal de entrega y ofrecimiento de corazón, es un gesto que le ha otorgado a la sentida letra y música un fervor mayor.
Lo mismo debiera suceder con el embanderamiento; no ser declarado un decreto obligatorio, sino más bien un hecho autónomo en el que los pobladores desdoblen automáticamente su tricolor para lucirla a lo alto de los recintos.
Por su parte, las unidades educativas debieran fomentar con mayor ahínco el civismo (a partir de actividades como exposiciones, concursos de poesía, de elaboración de banderas y escudos con elementos reciclados, etc.) para impulsar y renovar cada vez con mayor fuerza ese espíritu cívico que parte por defender, respetar y cuidar profundamente la bandera tricolor, el Himno
Boliviano, el Escudo de Armas, la Whipala, la Escarapela, y nuestras flores nacionales (la kantuta y el patuju).
Maestra
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