Sobre algunos “adobes” desarrollistas en nuestra historia
Ya hemos revelado antes, aunque superficialmente, las estrechas relaciones y vínculos políticos de diversas facciones políticas inscritas en la ideología del nacionalismo revolucionaria radical y corrientes izquierdistas abiertamente comprometidas con la dictadura del proletariado, con las jerarquías políticas de los países adscritos al pacto de Varsovia (la exUnión Soviética y Europa oriental), para impulsar el relanzamiento de la industria metalúrgica en Bolivia, a través de la inversión pública y durante el ocaso de la revolución boliviana (1961-1964).
Como fruto de aquellos vínculos, se erigieron numerosas fundiciones, aunque no siempre en alianza con los países comunistas. Por ejemplo, la primera y única sobreviviente, me refiero a la fundición estañífera Vinto de Oruro que construyó la Klockner Industrie Antajen, de Alemania occidental, entre 1969 y 1971. Sin embargo, la fundición de Antimonio (también situada en Vinto), las plantas de volatilización para concentrados de estaño y el complejo metalúrgico Karachipampa para plomo, plata y zinc, situados a pocos kilómetros de Potosí, se erigieron con ayuda desarrollista, parcial o total, de la exURSS y la Europa oriental.
Paradójicamente, mientras los contratos para la fundición de antimonio y las plantas de volatilización, se efectivizaron no sin largas luchas y debates políticos de por medio contra los enemigos del comunismo y/o los aliados de Estados Unidos en Bolivia, durante el gobierno del honroso Juan José Torres (1970-1971); el más importante de todos, el de la fundición Karachipampa, si bien ya venía siendo estudiado desde 1968, se desarrolló y licitó durante la dictadura del general Banzer, para ser posteriormente construida en el gobierno de la Unidad Democrática Popular (1982-1985).
También hemos mostrado con evidencia contundente, la influencia de aquella relación política entre nacionalistas e izquierdistas bolivianos con los comunistas de Europa Oriental, cuyo producto –la instalación de numerosas fundiciones–, acabamos de enunciar, y cuyas inversiones implicadas con estériles o infructuosos resultados y realizadas de 1970 a 1984, equivaldrían aproximadamente a unos mil millones de dólares actuales, sobre la política económica que actualmente implementa el “proceso de cambio” que libera Evo Morales.
Para apreciar claramente dicha influencia ver, por ejemplo, el Plan Nacional de Desarrollo 2006-2011, y el Plan de Desarrollo Económico y Social 2016-2020; como también recordar los intentos de rehabilitación de Karachipama con una inversión de alrededor de 50 millones de dólares, y de readecuación de la planta de volatilización de Palca, cuyas inversiones realizadas con ese propósito se desconocen a la fecha, aunque en ambos casos arrojando un estéril despilfarro como resultado.
No obstante, poco hemos dicho sobre los actores, su afiliación estamental o de clase en la sociedad boliviana, y articulaciones mutuas, en torno a estrategias de lucha y programas de acción, que impulsaron la integración vertical de la industria minera mediante la instalación de fundiciones en los marcos de las ofertas de asistencia desarrollista del Bloque del Este.
Aquello es de crucial importancia para comprender una cultura desarrollista que palpita muy saludable en nuestros días y con las mismas consecuencias nefastas de otros tiempos ¿qué ocurre sino con la planta de Bulo Bulo para producir urea y amoniaco?
El autor es economista.
llamadecristal@hotmail.com
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