¿Qué se esconde detrás del humo?
En realidad, son más de un millón de hectáreas de bosque que se han perdido y quemado en la Chiquitanía. Detrás del humo se esconden otros problemas que hacen poco ruido. Sin ir lejos, en Santa Cruz de la Sierra, en nombre del progreso y del lujo, varios proyectos inmobiliarios ocupan el cordón ecológico de esta ciudad, un referente de prosperidad en el país. A este ritmo, ¿qué va a quedar de un departamento tan fértil y próspero como aquél? ¿Qué va a ser de Bolivia?
Seguimos lamentando y sufriendo las consecuencias de siglos de saqueo de nuestros recursos a manos de la corona española. Cientos de años después, dejamos que empresas de un país aún más lejano aniquilen especies, contaminen el agua dulce y dejen sin vida lo que antes eran paraísos terrenales.
Nuestros ancestros solían jactarse de las lagunas y ríos emblemas de las ciudades. Generaciones como la mía ya no llegaron a conocer esto. Estos atractivos pasaron a ser principales puntos de contaminación y de peligro.
En vez de invertir millones de bolivianos en un museo en honor a una persona que gobierna un país y que quiere perpetuarse en el poder, por qué no tener museos de naturaleza y medioambiente que muestren lo rico de nuestra flora y fauna, pero, sobre todo, que enseñen a los ciudadanos cómo cuidar el medioambiente y lo importante de hacerlo. Y no se trata sólo de aprender, sino también de ser consecuente con los ideales y persistente con las luchas. Ayer quedó claro que los colectivos ciudadanos perdieron fuerza en el denominado “paro por la democracia”.
Está claro que a la Pachamama (madre tierra) sólo se la recuerda y venera para propaganda política y ritos ancestrales. La bandera real es otra: la del narcotráfico, que necesita mucho suelo para cultivar coca. Era de esperar que las consecuencias llegasen y no se trata sólo de lo que deja de existir por el exterminio, los efectos van más allá… Reitero, son más de un millón de hectáreas perdidas en la Chiquitanía.
Periodista de Los Tiempos
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