¿Ayuda internacional o no por el incendio?
El Gobierno se niega a declarar al país en emergencia para recibir ayuda internacional que contribuya a sofocar los incendios, pero el fuego no cesa en la Chiquitanía y ni el Supertanker (contratado por un monto multimillonario) parece suficiente para apagarlo.
Entre los argumentos oficialistas para mantener su postura está la hipótesis de que “los incendios forestales son un problema continental y no solo de Bolivia”. Otro discurso que se escuchó estos días afirma que el DS 3973 solo amplía la posibilidad de incrementar la frontera agrícola adicionalmente en el departamento de Beni, debido a la demanda interna y externa de alimentos y no tiene nada que ver con el incendio.
Entre todo ello, el pedido de ayuda internacional se hace cada hora más urgente porque mil efectivos con baldes y poca agua además de escasa experiencia no lograrán aplacar el infierno que vive la Chiquitania.
Ya son cerca de un millón de hectáreas perdidas y una cantidad imposible de cuantificarse de animales silvestres muertos, cuya biodiversidad tardaría al menos 200 años en reponerse. Pero además estas cifras alarman como para poner un alto al planteamiento de la Bolivia que queremos los pobladores.
El 24% de las quemas las provocan campesinos; el 76% productores privados. Pero más allá de cuántos y cómo queman, el tema está en que estos “chaqueos” son ilegales. Con ello el modelo productivo de ampliación de la frontera agrícola para el desarrollo soyero- ganadero de Santa Cruz y del Beni se desmitifica.
Los cuestionamientos sobre este tema deben debatirse, así como los asentamientos poblacionales ilegales, los 1,4 millones de hectáreas que los agrícolas solicitan para producir más soja y por el etanol y biodiésel que requiere mayores extensiones de tierra.
Para pedir “ayuda internacional” toda esta problemática debe estar clara. Las naciones no ayudarán a países, pobladores y gobernantes depredadores.
Lectora recalcitrante
Columnas de DOMINIQUE ARZELAS