El autor es operador de turismo.
Requiem para la Pachamama (Madre Tierra) de la Chiquitanía
Rubén Camacho Guzman
Los ecocidas te hirieron de muerte Madre Tierra. Lograron su cometido, al meterte fuego en el vientre. Con ese crimen, no solo te condenaron al sufrimiento, porque el fuego cual fauces de de coyote hambriento, engulleron todo lo que se les cruzó en su camino.
Tú, solo tú Pachamama, eres testigo del dolor de los que cohabitaban contigo, del chillido, del aullido desesperado, del trino de aves desorientadas, y de otros seres indefensos, que sucumbieron achicharrados por el fuego, sin saber el porqué de su suplicio. Su delito era ser parte de tu ecosistema, de tu entorno; de vivir cobijados en tus entrañas.
A tus agresores no les bastó explotar la riqueza que llevas dentro; necesitaban provocarte este daño. Se autodenominan socialistas, pero sin embargo en los hechos, practican el capitalismo más salvaje, que está basado en el extractivismo.
Los matones que te agreden son pillos que se arremolinaron alrededor de un caudillo que se vende como indígena, pero no lo es. Ese que al ser elegido presidente, cautivó al mundo entero, con su chompa multicolor. El mismo que días más tarde, apareció disfrazado con un atuendo de fina lana de bebé alpaca, diseñado y confeccionado por hábiles manos capitalistas. Transformándose así en un híbrido, carente de identidad, algo parecido entre Mao Tse Tung y Hamid Karzai.
Ese, justo ese, se autoproclamó como tu defensor implacable. Hasta hace poco, aprovechaba para subirse a la palestra en foros internacionales; hablaba en tu nombre; se creía el paladín y un fiero defensor de tus derechos. De su boca no brotaba más que mentiras e hipocresía; al principio algunos se tragaron ese embuste; pero más temprano que tarde, descubrieron que el discurso con el cual se envanecía, resultó ser tan falso como su nombre.
Ahora a nadie le cabe duda, de socialista no tiene nada; menos de defensor implacable de la Pachamama. Vive como un rey; tiene su propio palacio, su museo, su avión, sus caprichos carnales, y su propio séquito, conformado por impostores de todos los tonos y colores.
No solo es presidente de Bolivia, es también dirigente de los cocaleros del Chapare; de esos que ahora son intocables y se denominan colonizadores. Esos que se internan en tus entrañas para producir coca, coca que será convertida en cocaína y con sus residuos te contaminan.
El daño está hecho, Pachamama. Un decreto firmado por el mandamás para congraciarse con los demás, sobretodo con los del MAS, bastó para incendiarte.
Así es como asestaron el golpe duro a tu frágil integridad. El delito en tu contra ya estaba consumado; dejaron que el fuego te devorara durante 22 días, se ocultó la verdad y se negó la ayuda internacional.
¡Cuanto dolor Madre Tierra!, has sido víctima de ecocidio, y el daño que te causaron es irreversible. Con ese hecho destruyeron tu ecosistema y función. Ojalá un día vuelvas a florecer, porque sin ti, tus agresores y todos los que habitamos esta tierra, estamos condenados a perecer.
El autor es ingeniero ambiental
Columnas de AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ