China se favorecerá con esta insensata guerra comercial
El conocido empresario inmobiliario, ahora presidente de los Estados Unidos Donald Trump, escribió hace años un libro llamado "El arte de la negociación". Estoy seguro que no tardará en publicar una nueva obra, claro que esta vez bajo el título de "El arte de la confrontación". Sólo así se explica su agresiva guerra comercial contra su amigo-enemigo y hoy archi rival económico: la República Popular China (RPC). El conflicto tarifario lleva ya bastante tiempo y aunque ha presentado algunas oportunidades para mercados marginales entre países emergentes, es un hecho que está destruyendo la esencia misma del comercio internacional y dejando muy mal parada a la propia Organización Mundial del comercio (OMC), entidad creada para lidiar con estos temas y donde debería centrarse la discusión, en lugar de promover acciones unilaterales que provocan retaliaciones y vice versa. En fin, por ahora, la escalada prosigue sin pausa.
La resistencia de la sociedad china está siendo puesta a prueba por la creciente fricción comercial con la administración estadounidense. Sin embargo, de acuerdo a datos obtenidos de varias fuentes, parece que a pesar de la presión ejercida por EEUU el funcionamiento de la sociedad china sigue siendo ordenado; gobierno, empresas y gente están enfocados en hacer lo suyo. Por otro lado, según las cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas, el PIB de China en el primer trimestre de 2019 aumentó un 6,4%. En otras palabras: la economía de Beijing ha operado en un rango razonable. La presión de la guerra comercial impacta en la economía china, pero no tanto como normalmente se cree.
Esta capacidad para resistir la presión es fundamental. Según "Pueblo en línea" –de la agencia de noticias de la RPC– bajo el liderazgo de Xi Jinping la sociedad china puede concentrarse en hacer grandes cosas y actuar con calma. Agrega que la presión externa de Estados Unidos no desgarrará a China, sino que ha unificado el consenso nacional y el pueblo se ha unido como nunca antes.
Desde su apertura económica China se abrió al mundo exterior, expandiendo sus inversiones en todo el globo. A ello cabe agregar la consecución de "la Franja y la Ruta", hoy en pleno auge y sobre la cual en su momento escribí una nota alusiva. Además, no hay país en el mundo que pueda competir con China en el campo de la inversión privada a nivel mundial, al menos en estos momentos.
El efecto del conflicto comercial iniciado por Trump ha incentivado en China la destrucción creativa, generando un enorme proceso de innovación que bien podría colocar a Beijing en el pináculo geopolítico y geoeconómico del planeta en las próximas décadas. China tiene aún muchos problemas por resolver, entre ellos el desarrollo de su inmenso espacio interior, pero es un hecho que su presencia hoy en día es global. Se está cumpliendo la segunda parte del futurista adagio de Napoleón Bonaparte: "cuando China despierte el mundo temblará". Y no necesariamente temblará de miedo, pero sí de admiración, por su formidable avance en tan poco tiempo y por las posibilidades que su mayor crecimiento brindará para la cooperación internacional y el flujo de inversiones hacia países emergentes. En definitiva: mientras China continúe haciendo su propio bien, no hay nada que detenga su progreso. No importa la presión que sufra, esta no tendrá un impacto fundamental. El camino del dragón es una ruta abierta.
Por favor señor Trump, pare su tonta e irracional guerra tarifaria, ella terminará siendo contraproducente al propio interés nacional de EEUU.
El autor es ex Canciller de Bolivia, Economista y politólogo
www.agustinsaavedraweise.com
Columnas de AGUSTÍN SAAVEDRA WEISE