La ética en la cuarta revolución industrial
CRISTINA VILLAVICENCIO
Las estrategias metacognitivas recobran fuerza en un mundo global y en un contexto digitalizado, donde se requiere urgentemente tomar grados de conciencia de los procesos cognitivos, porque el proceso de construcción del conocimiento es el proceso cognitivo más importante que existe para el ser humano, pues le permite generar argumentos, construir nuevos escenarios, proveer soluciones y acceder a nuevos conocimientos.
En la era digital y en la cuarta revolución industrial, donde los contenidos nos abordan a una velocidad difícil de digerir, considero imperativo alertar de la necesidad de adquirir consciencia sobre nuestra forma de consumir y aprender, pues recibimos la información de forma pasiva, en un proceso mecánico, y asumimos que aprender es recordar algo y repetirlo.
Es necesario entender que el aprendizaje se modifica en la era de la sociedad del conocimiento y crece exponencialmente en la era cognitiva y que nos vemos rodeados en el medio digital, de ciertos algoritmos que recomiendan la información, casi de manera automática, veloz y supuestamente coordinada con nuestros procesos de aprendizaje.
La pregunta clave es, si somos conscientes de que podemos recibir información del algoritmo, generando búsquedas inteligentes, contrastando la información, contextualizando con criterio, y sobre todo, formando una opinión voluntaria y construida.
Cuanto más uso consciente y constructivo exista, mejor entrenado estará el algoritmo para enviar la información acorde a nuestra voluntad de aprendizaje, pero, ¿nos hemos preguntado, si somos los pilotos que dirigen la nave o por el contrario recibimos y amoldamos nuestras percepciones a lo que la pequeña o gran pantalla, nos muestra o nos recomienda sin apenas percibirlo?
Se trata, pues, de buscar la información, contextualizarla, contrastarla, verificarla, generar nuevos escenarios derivados de las verificaciones y aumentar el nivel de consciencia sobre la calidad de los contenidos que recibimos de manera automática. En definitiva, generar nuevos escenarios cognitivos a ser posible, no inducidos.
La inducción controlada en el aprendizaje, sin apenas dejar espacio para la creación de nuevas realidades, limita la capacidad de reacción frente a situaciones nuevas o contextos cambiantes.
En la era de la cuarta revolución industrial, es decir de la inteligencia artificial, la realidad aumentada, la nanotecnología y la computación cuántica, los planteamientos éticos devienen necesarios cuando no imperativos.
¿Qué es la ética aplicada a la inteligencia artificial? Podríamos simplificar el término, afirmando que debiera ser la certeza de que los resultados obtenidos a través de la inteligencia artificial, sean adecuados y se ajusten a lo que consideramos un aprendizaje que optimiza las verdaderas potencialidades del ser humano.
En conclusión, es necesario fomentar las habilidades críticas, tales como la capacidad para comprender los diferentes escenarios –sin importar el medio utilizado–, la capacidad para discernir la verdad de los acontecimientos, la visión crítico constructiva –global si es posible–, la consciencia de los procesos de aprendizaje y la generación de estrategias para construir procesos cognitivos propios.
La autora es educadora.
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