El señor Chi
En un clima de incertidumbres constantes, de ausencias y preguntas que parecen tener una pared de silencio por respuesta, los candidatos a la presidencia con sus sonrisas de anuncio propagandístico han ingresado ya, y de lleno, a la insufrible ronda de discursos y promesas que sabemos vacuas de sentido y realidad. Sin embargo, no faltan las peroratas al más puro estilo del surrealismo trágico, y nada mágico, de los aspirantes a esa vieja y dadivosa sillita que es el poder, y en especial la del candidato presidencial del Partido Demócrata Cristiano, Chi Hyun Chung, quien ya adquiere una visibilidad que tiene mucho de deplorable y también de hilarante.
Una de las “joyas” discursivas tiene que ver con los colectivos LGBT. Así, el recién llegado a la política nacional, afirmó que quienes conforman estas diversidades sexuales tienen el estatuto de enfermos que deben recibir tratamiento psiquiátrico, como si la construcción de una identidad fuera de las consabidas naturalizaciones, vendría a constituirse como un desorden psíquico o una especie de tiña social, así el señor Chi brinda una flor de declaración en tiempos de emergencias y reivindicaciones identitarias contrarias a heteronormatividades altamente lindantes con fundamentalismos que nada bien hacen a este ya complejo panorama social, así ya se perfila como un candidato que nos recuerda a Bolsonaro, el iracundo presidente de miedo cansino a todo aquello que empañe su paraíso heterosexual.
Según el portal Latinoamérica Piensa, el señor Chi es fundador de 70 iglesias presbiterianas. Ese medio reproduce algunas de las afirmaciones del candidato, como por ejemplo, sobre los que buscan el cambio de sexo. Estos ingenuos, según Chi, están sometidos a ciertas imposturas de la moda, con el tiempo se arrepentirán de sus decisiones y esa moda “cambiasexo” proviene de los gobiernos de la izquierda centralista.
Agrega además que los integrantes del colectivo LGBT+ “tienen derechos ciudadanos como cualquier boliviano”, pero aclara que esa “doctrina ideológica” no es para llevarla a mayores ámbitos sociales, sino que debería quedarse en la frontera del “para ellos nomás”.
Sumando a estas declaraciones, también habla sobre las mujeres y su necesidad de ser educadas bajo ciertos “correctivos” ampliamente justificados por él. El candidato, ante la lluvia de críticas, afirma que sus opiniones son objeto de malas lecturas y que no habíamos entendido bien lo que realmente había querido decir. Así el mentado sujeto, criticado a niveles que deberían preocupar seriamente a sus asesores, debe saber que la figura del líder mesiánico, que anhela enarbolar ciertos valores y creencias para “salvar” o “curar” las heridas de Bolivia, no goza ya del prestigio y validación de antaño, que hay definitivamente un electorado hostil ante las bondades de una cacareada democracia en la que ya no se cree.
Pese a los laberínticos caminos de un país que parece haber perdido su conciencia histórica, la realidad aun grita fuera de las iglesias en un contexto donde, le guste o no, hay feminismos interpeladores, la discriminación atrasa y en este deplorable menú de presidenciables, usted señor Chi funge como uno de los más visibles.
La autora es escritora
Columnas de CECILIA ROMERO