Superávit fiscal: una realidad, ningún mito
En las últimas semanas, algunos comentaristas señalaron que el superávit fiscal es un mito del actual gobierno, lo cual llama la atención, toda vez que los datos oficiales del Ministerio de Economía demuestran lo contrario.
Para comenzar hay que aclarar que un mito hace referencia a un suceso impreciso o que nunca sucedió. Por esta razón, suena ilógico considerar el superávit fiscal como un mito, cuando Bolivia en 2006 marcó un récord histórico al alcanzar un superávit fiscal de 4,5% del PIB, por primera vez después de 49 años de constantes déficits. Ese fue un resultado favorable que se mantuvo por ocho gestiones consecutivas (2006 – 2013).
Igualmente, se cuestiona el resultado fiscal de los últimos años, catalogado como un déficit malo, sin revisar detenidamente que este resultado es muy diferente del registrado en el periodo neoliberal, ya que el déficit actual está explicado por la inversión pública. Una prueba de ello, es el registro continuo de superávits corrientes desde 2006 hasta la fecha, lo que quiere decir que los gastos de funcionamiento del Gobierno son administrados de manera prudente.
Se debe considerar que estos déficits fiscales, se encontraban previstos en el Plan de Desarrollo Económico y Social, en el que se planificaron metas ambiciosas en cuanto a proyectos estratégicos de inversión para dar inicio a la era de la industrialización de Bolivia con la respectiva diversificación de la matriz productiva, tal como lo señala el ministro de Economía, Luis Arce Catacora, en su artículo “Elecciones e industrialización”, donde se sustenta la rentabilidad de varios proyectos de inversión.
Los comentaristas indican de manera imprecisa que actualmente se tiene mayor dependencia de los recursos externos, sin considerar que en 2018 el financiamiento con recursos del exterior fue solo de 23,9% del total de la deuda, a diferencia de 2005 cuando la dependencia externa era del 67,3%.
De igual manera, llama la atención que se hable del aumento de la deuda externa, situación que no debería extrañarnos, considerando que el aumento de esta variable es comprensible si se analiza el dato nominal, toda vez que la economía hoy es cuatro veces más grande que en 2005. El endeudamiento no se disparó tal como sostienen algunos comentaristas, se mantiene muy por debajo de lo recomendable, además, no es lo mismo prestarse Bs 100 cuando se gana Bs 500, que prestarse Bs 200 cuando se gana Bs 2.000.
El análisis preciso debe hacerse en relación con el Producto Interno Bruto (PIB): la deuda externa en 2003 fue el 63,5% del PIB mientras que en 2018 está registró sólo un 25% del PIB, manteniendo los altos niveles de inversión. Esta situación permitió emitir, en dos oportunidades, bonos soberanos en el mercado internacional, razón por la cual, las calificadoras de riesgo asignaron mejores valoraciones, tanto en la evaluación técnica de la solvencia y en la capacidad de rendimientos para cumplir con las responsabilidades de pago. Es así que, Standard and Poor’s calificaba a Bolivia en 2003 con B- con una perspectiva negativa, mientras que para junio de 2019 la calificación subió a BB- con perspectiva estable.
De esta manera queda claro el avance significativo que se ha dado en los resultados fiscales, con ocho gestiones consecutivas de superávits reales, los cuales no son mitos, como algunos comentaristas evalúan, y que la dependencia de los recursos externos es mucho menor comparado con décadas pasadas.
El autor es economista
Columnas de CHARLS ARNOLD TICONA ROJAS