¿Quién quiere bañarse desnudo en El Prado?
Editor del suplemento Observador
Económico de Los Tiempos
Era 1997, y Banzer volvía al poder. Mi amigo Diego Cuadros estaba tan furioso que prometió no afeitarse mientras no cayera ese Gobierno. Una mala apuesta. Banzer seguía, y la barba crecía y crecía sin freno. Como veía que el asunto daba para largo, se planteó otra meta. “Puedo también afeitarme si encuentran los restos de Marcelo”. Pero tampoco ocurría eso. “Bueno, también si aparece mi auto” (se lo habían robado hace poco). Pero se notaba que era urgente ir buscando metas más factibles.
El tiempo pasó, hubo algunos viajes de por medio, y unos meses después veo a Diego bien afeitado. ¿Qué pasó? ¿Cayó el Gobierno?, ¿Encontraron los restos de Marcelo?, le pregunto. “No —me respondió—. Me casé, y además voy a ser papá. Creo que era una buena razón, no crees?”. Así lo creí.
Recuerdo esa anécdota, ahora que las apuestas vuelven a la mesa con muchos temas sobre los que se podrían apostar: ¿Habrá segunda vuelta electoral? ¿Tendremos doble aguinaldo? ¿Saldrá campeón Wilstermann? El senador Arturo Murillo apuesta su cabeza (no la barba como mi amigo) a que Evo Morales volverá a ser elegido presidente (con trampas, por supuesto). Reta a que se la corten en la plaza Murillo. ¿Le tomamos la palabra? Hace un tiempo el analista Iván Arias desafiaba a bañarse desnudo en una pileta del Prado paceño si Evo entregaba la banda presidencial en 2020. Bueno, no es Maité Flores. Poco antes de la segunda asunción de Evo Morales, Tuto Quiroga apostaba a comerse su reloj si Evo lograba más del 50 por ciento en esa votación. ¿Alguien sabe si ya se lo comió. Para su descargo, no será el único. Todos conocemos al mayor mentiroso de estas apuestas, que nunca llegó a pagar su derrota. “Si perdemos qué vamos a hacer. Calladitos nos tenemos que ir”. Ya saben de quién estoy hablando. Si de todos modos, nadie va a pagar, podemos seguir haciendo apuestas: ¿Respetará Evo las siguientes elecciones? ¿Éstas serán transparentes? ¿Apostamos? ¿Quién ofrece su cabeza? ¿Quién quiere bañarse desnudo en El Prado?
Columnas de LUIS FERNANDO AVENDAÑO