Veedores internacionales
Las elecciones generales de este domingo contarán con veedores internacionales de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y de la Unión Europea (UE). El embajador de Alemania en Bolivia aseguró que en nuestro país hay “mucha desconfianza” en la transparencia de las elecciones. Las expertas de la UE que verificarán que el proceso cumpla con las normas de transparencia y seguridad son Idoia Aranceta, especialista en procesos electorales, y Rebecca Cox, experta en derechos humanos.
La OEA exige que las elecciones cumplan cuatro condiciones básicas: a) Deben ser inclusivas, todos los ciudadanos deben estar efectivamente capacitados para ejercer su derecho al sufragio, dando cumplimiento al voto universal equitativo y al uso efectivo del derecho al voto; b) Las elecciones deben ser limpias, elemento que se debe reflejar en la integridad de las preferencias del votante; c) Deben ser competitivas, es decir, debe existir una oferta electoral con alternativas, que implica el derecho a postularse a cargos públicos y un esquema de garantías básicas para una campaña electoral; y d) Debe existir un régimen de cargos públicos electivos, que se plasma mediante elecciones periódicas, con la debida garantía de irreversibilidad de los resultados electorales.
La presencia de observadores busca no sólo transparentar y despejar las susceptibilidades de los bolivianos acerca del desempeño del Tribunal Supremo Electoral, sino también garantizar el desarrollo del proceso y sus resultados. Esta presencia de los veedores es oportuna, necesaria y trascendental para restituir la confianza en el Órgano Electoral, habida cuenta que éste desconoció el 21F, que organizó, administró y ejecutó.
Los observadores parecen conscientes de que la cuarta habilitación del binomio Evo Morales y Álvaro García Linera constituye una virtual ruptura del sistema constitucional y una amenaza directa para la democracia boliviana. Y deben saber que el objetivo supremo del Gobierno es la reelección; el procedimiento o los procedimientos son detalles menores. Por tanto, persiste el fantasma del fraude, aunque la maquinaria estatal haya montado una campaña exponencial para anestesiar al electorado y convencer de que todo es democrático y constitucional.
El Órgano Electoral tiene la misión fundamental de garantizar el ejercicio pleno y complementario de la democracia directa y participativa, la representativa y la comunitaria. Y asume el desafío de transparentar el acto electoral, de modo que el ciudadano participe en la conformación de los poderes públicos, y ejerza sus derechos políticos.
La Constitución prevé, en efecto, que el Órgano Electoral debe garantizar la paridad y alternancia en la elección y designación de todas las autoridades y representantes del Estado y en la elección interna de las dirigencias y candidaturas de las organizaciones políticas, y de las naciones y pueblos indígena-originario-campesinos. Es cierto que esta obligación corresponde no sólo a los órganos del Estado, sino también a las organizaciones políticas, las naciones y pueblos indígena-originario-campesinos, organizaciones de la sociedad civil y a la ciudadanía en general.
Los gobernantes deben tener presente que en democracia las formas, los modos, los procedimientos, los ritos, los gestos, las palabras, los mensajes, los silencios, son tan importantes como los contenidos. La democracia política es condición necesaria para construir cualquier otra forma de democracia: social, económica, etc. La libertad de elegir es como puede avanzarse hacia la igualdad y la justicia, y cuando se ha invertido la dirección no se ha recuperado la libertad.
Los países en los que se han elevado los niveles de calidad de vida, de institucionalidad, de libertad, de igualdad, bienestar y prosperidad son países democráticos. La democracia es el único método que encarna o comporta en sí mismo la afirmación de ciertos valores sustanciales y universales: quien no crea en la igual dignidad básica de los seres humanos, difícilmente creerá en la democracia.
Sin embargo, todos estos principios sólo se pueden materializar en la medida en que se tenga un Órgano Electoral independiente, imparcial, honesto, creíble, atributos que no acompañan precisamente al actual Tribunal Supremo Electoral. Los veedores internacionales no sólo deben observar o acompañar el proceso electoral, sino tienen el desafío de garantizar su desarrollo y, sobre todo, los resultados y los principios democráticos.
El autor es jurista y autor de varios libros
Columnas de WILLIAM HERRERA ÁÑEZ