Crecimiento económico 3,38%. ! ¡Llamen al TSE!
Por el fin salió el dato sobre el crecimiento de la economía boliviana del segundo semestre de 2019 que sirve de referencia para el cálculo del producto interno bruto (PIB) de julio a junio. Cuando en este periodo, el indicador llega al 4,5%, se paga el pago del segundo aguinaldo.
En esta oportunidad el aumento del producto fue tan sólo de 3,38%, por lo tanto, no se pagará el bono. Varios apuntes sobre el resultado. El dato del PIB salió muy tarde, al finalizar el décimo mes del año. En el pasado teníamos estos guarismos, en especial del primer trimestre, mucho antes. En tiempos de manipulación de información y apología del fraude, es por lo menos curioso, que no haya salido a la luz pública la fuerte desaceleración de la economía. ¿Era para no perjudicar al candidato? Por supuesto, el achicamiento del producto contradecía el lema central de la campaña: futuro seguro, que buscaba vender una extraordinaria bonanza económica blindada a los avatares externos.
La revelación de este resultado, por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE), causó desazón en ciertos grupos, en especial empleados públicos. Algunos inclusive ya habían gastado su segundo aguinaldo. Dicen las malas lenguas –que circulan en las calles de las redes sociales– que muchos de ellos, muy molestos, están pidiendo una auditoría del dato del crecimiento económico a cargo del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Cabe recordar que en un “conteo rápido” de esta institución, se había proyectado una cifra más alentadora, el aumento del PIB llegaría al 3,9%. Además, en tiempos de: “fuera manos trabaja vista, nada por aquí nada por allá” se esperaba un mejor asesoramiento de parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE) al INE en materia de cocina de datos. La consigna era que todas las estadísticas, electorales y económicas, se pongan al servicio de la política, pero los números resultaron ser muy rebeldes. Se niegan a que 3 por 90 sea 180.
Los resultados publicados del PIB del primer semestre de 2019 confirman que desde 2013, la economía continúa un proceso de achicamiento lento, pero seguro. En efecto, hace seis años, el crecimiento el crecimiento del PIB fue de 6,8%. En 2014, el dato llegó a 5,46%. En 2015, se alcanzó al 4,8%. Y entre el 2016 y 2018, el incremento del PIB estuvo en torno del 4% al año. Con esta tendencia a la baja, no será sorprendente que, a final de 2019, el crecimiento esté por debajo del 3,5%, confirmando la desaceleración de la economía boliviana. Además, cabe señalar que los incendios en el oriente boliviano y la fuerte crisis política tendrán un efecto negativo sobre el crecimiento en el año que termina.
Pero veamos más de cerca lo que está pasando en la economía. En el segundo trimestre de 2019, el PIB registró un crecimiento de 3,13% respecto a similar período de 2018. Las actividades económicas que presentaron el mayor crecimiento fueron: agricultura, pecuaria, silvicultura, caza y pesca (7,12%); comercio 5,21%, y servicios financieros 5,19%, administración pública (4,68%), comunicaciones (4,48%), industria manufacturera (4,15%). Entre los sectores que menos crecieron están construcción (3,53%) y minería (3,14%). En el primer caso, sorprende el desempeño mediocre de un sector que en el pasado crecía al 10%, que es un dinamizador de la demanda interna y un importante creador de empleo. En el segundo caso, tampoco es muy alentador el pobre desempeño de la actividad minera tan importante para el occidente de Bolivia, porque genera divisas y también brinda trabajo a mucha gente.
Pero, sin duda, el gran villano que explica el menor crecimiento del PIB, fue el sector petróleo y gas natural que registró una disminución de -20,11%. El sector externo de la economía sufrió un shock negativo fuerte que se traducirá en un déficit comercial por quinto año consecutivo. Los problemas no parecen coyunturales en el sector de hidrocarburos. Por un lado, hay escasez en la oferta de gas natural. No tenemos las reservas suficientes y las exploraciones en búsqueda del energético no han sido exitosas. Por el lado de la demanda, la caída de las cantidades vendidas parece estructural. Brasil y Argentina tienen gas natural y nos comprarán cada vez menos. Respecto de los precios del gas natural, estos sufrirán un cambio estructural en su forma de cálculo, se volverán más estables pero más bajos. Ya no estarán conectados al precio del petróleo, sino que tendrán su propio mercado. Esta nueva forma de determinar precios ya ocurrió con el contrato con Argentina y este año que se termina el acuerdo con Brasil y toca renegociar este tema, entre otros.
Con menos exportaciones de gas natural se recaudan menos impuestos directos a los hidrocarburos (IDH) lo que agrava el déficit público que por sexto año consecutivo es elevado. En 2019, la brecha fiscal será superior al 9% del PIB. Mientras, el Gobierno sigue inflando la burbuja de consumo a costo de pérdida de reservas internacionales y mayor endeudamiento interno y externo. Al paso que va la política y la economía, ¿se puede ofrecer futuro seguro? I don’t think so. Revolutionary bros! Mejor la llamen al TSE.
El autor es economista
Columnas de GONZALO CHÁVEZ A.