Voto rural
Racismo. El sentimiento, horrible desde sus orígenes, ha sido usado por el gobierno de Evo Morales desde que este asumió el poder.
El primer ideario que se transmitió, y exportó, fue el del primer indígena en llegar a la presidencia de un país americano, como si Benito Juárez no hubiera existido. Al principio resultó pero, con el tiempo –es mucho el transcurrido–, el indigenismo e indianismo se convirtieron en simple victimismo. Cualquier crítica, cualquier cuestionamiento hacia el Gobierno eran acciones de racismo que solo se explicaban porque Evo Morales era indio.
Ahora, el Gobierno ha extendido ese victimismo a toda el área rural de Bolivia. Se justifica el cambio de tendencia en los resultados de las elecciones del 20 de octubre con la votación del campo. La fórmula es sencilla: los votos de los indios le dan la victoria a Evo Morales en primera vuelta y, cuando los del área urbana no reconocen ese triunfo, no están respetando el voto de esos indios.
Entonces, el Gobierno echa gente a las calles a defender ese voto, el voto rural. Para quien no conozca Bolivia, el argumento convence.
El gran detalle es que, ahora, la mayoría de los habitantes de Bolivia ya no está en el área rural sino en la urbana, como consecuencia de la migración. Cuando hay censos, y elecciones, todavía existen grandes cantidades de gente que van a sus comunidades ya sea a hacerse contar o bien a votar. Al hacerlo, conscientemente o no, engañan al Estado.
No se trata de mala fe. En muchas comunidades remotas del área rural subsiste la democracia comunitaria, delegada a las autoridades o dirigentes, así que, cuando se debe votar, no deciden los ciudadanos –“las bases”– sino esas autoridades y dirigentes. Eso explica que existan bolsones de votantes para determinados partidos: el MNR, en el pasado, y el MAS, en la actualidad.
Pero ni la democracia comunitaria explica lo que pasó el 20 de octubre. El conteo rápido se detuvo y volvió casi 24 horas después. Cuando lo hizo, la tendencia había cambiado radicalmente a favor del MAS. Quisieron explicarlo con el voto rural pero hoy sabemos que hubo muchas irregularidades, tantas que no se puede enumerar en este pequeño espacio.
Solo mencionaré una: muchas de las actas de Sacaca, del norte potosino, tienen la misma letra, aunque se trata de comunidades alejadas entre sí.
Lo que pasó, entonces, es que el fraude se hizo en el área rural, con gran incidencia en el de Potosí, y fue suficiente para evitar la segunda vuelta.
El que no respetó la voluntad del área rural es el Gobierno, el mismo que, ahora, pone gente a las calles con el desgastado argumento del racismo.
El autor es periodista, Premio Nacional en Historia del Periodismo
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA