No culpen al mensajero
Fue Plutarco quien contó, en su “Vidas paralelas”, la historia de uno de los más poderosos reyes de Armenia, Tigranes II, quien, al encontrarse en el apogeo de su gloria, asiló en su reino a Mitrídates VI, quien sostuvo las guerras mitridáticas contra la República de Roma.
Tigranes II no sentía simpatía por Roma y, por el contrario, era afín a Mitrídates que, al igual que él, era llamado El Grande. Ocultarlo de los romanos, cuyo ejército estaba encabezado por Lucio Licinio Lúculo, era poco menos que suicida, así que, cuando lo hizo, negó oficialmente la noticia. Si Armenia declaraba formalmente que no asilaba a Mitrídates VI, Roma no podía marchar contra ese reino.
Pero Lúculo confirmó la información y envió un mensaje a Tigranes. Le exigió la entrega de Mitrídates bajo amenaza de invasión por parte del ejército romano. El mensaje le provocó varios sentimientos, desde vergüenza por haber sido descubierto, hasta pánico por lo que significaba una invasión romana, pero se contuvo apenas en atención al rango del mensajero.
Pero poco después, cuando otro mensajero, uno anónimo y sin rango, se presentó ante él para comunicarle que Lúculo marchaba contra Armenia, Tigranes ordenó que le cortaran la cabeza.
Tras conocer este episodio, y aplicando la lógica más básica, la pregunta que cualquiera se hace es “¿qué culpa tenía el mensajero?”. Él no tuvo participación alguna en los sucesos y se limitó a llevar la información.
Este episodio dio origen a la frase “matar al mensajero” que es el acto o sentimiento de culpar a una persona, o medio, que trae malas noticias en lugar de al autor de las mismas. Por extensión, es la actitud de responsabilizar a los medios por las noticias que emiten.
La ira o frustración que es provocada por una mala noticia suele canalizarse de diferentes modos. Lamentablemente, el sentimiento negativo no se limita al medio a través del cual se transmite la información sino que llega al encargado de elaborarla, el periodista, o bien se engloba al gremio al que pertenece: la prensa.
Eso ocurre siempre, pero su intensidad sube en los conflictos, como el que tiene actualmente en vilo a Bolivia. Las noticias son generalmente malas y la gente echa la culpa a los transmisores, a los mensajeros, a quienes decapita moralmente, como modernos Tigranes.
Es preciso que la sociedad entienda el verdadero papel de la prensa, que es una simple intermediaria entre los hechos y el público. Que no le pase lo que a Tigranes que, tras mandar a matar al mensajero, no volvió a recibir más mensajes y esa fue la razón para su caída, y la de su reino con él.