La generación Pita
PABLO PIZARRO GUZMÁN
Marcaron un hito histórico. Ataviados con la bandera boliviana. Noches y días completos. Con frío, calor o lluvia. Organizados entre sí formaron sus barricadas pacificas con “pititas” que colgaban por doquier y que produjeron un efecto inmenso en la ciudadanía: la rebeldía joven por la democracia y la libertad.
En cada pita amarrada y colgada en las esquinas de cada rincón del país se observó la lucha de los jóvenes ante un sistema político que dejo de representarlos. Muchos nacieron con el régimen autocrático de Evo Morales, pero ahora ya jóvenes asumieron decisiones colectivas, como la defensa de un principio: el voto popular (conculcado el 20 de octubre pasado).
La pitita se convirtió en un símbolo de esperanza de cambio. En cada una de ellos se identifica el sentido de existencia de quienes ejercieron por primera vez su ciudadanía en las calles. En este espacio, los jóvenes se reencontraron, preguntaron y cuestionaron sobre su presente y futuro.
Y por supuesto que no la tienen nada fácil. Les tocaron tiempos difíciles. Los problemas se agravaron: mayor desempleo, violencia social, inestabilidad política, recesión económica, fuentes laborales precarias, obteniendo como corolario la inequidad social. Algunos estudios señalan que corren el riesgo de ser más pobres que sus padres.
Los millennials que hoy tienen entre 19 y 35 años y los centennials que hoy tienen entre 0 a 18 años suman 4.400 millones de personas y el 2020 representarán el 59% del total del mundo. Nacieron con un teléfono inteligente, se comunican al instante por emojis y las redes sociales son parte de su vida. Se declaran ciudadanos del mundo. En definitiva, una fuerza arrolladora e imparable.
Estas semanas Bolivia marcó una huella en la historia de las revueltas del mundo que se vienen sucediendo tiempo atrás. Los jóvenes Blanc-Black-Beur en Grecia y Francia el 2005. En Túnez y Egipto con los jóvenes Rai-Rap. En Portugal la llamada generación Rasca (2011). En Madrid el 2015 con la revuelta del 15M que influyó en Israel y México. Y también los Yob ingleses. En Chile con los Pinguinos. Y la generación Pita en Bolivia.
El gobierno del MAS hizo oídos sordos ante sus réplicas. No los vieron venir y los menospreciaron. No salieron a las calles ni por “notita ni platita”, tal como lo dijo de manera cruel el expresidente Morales. Fueron catalogados como apáticos, consumistas y hedonistas. Los estigmatizaron como los NI-NI y se convirtieron en los SI-SI. En algún momento sólo fueron un instrumento para perpetuarse en el poder (generación Evo) o usados como imagen urbana de clase media (Adriana Salvatierra y Valeria Silva).
Los jóvenes Pita bolivianos nunca intentaron dar un Golpe de Estado. Conciben a la democracia como la manta que cobija sus causas: la lucha por el bienestar, la conservación de la naturaleza y el respeto a las libertades.
Después de semanas de lucha contra un poder ciego, sordo y mudo, llegó la hora de los jóvenes Pita. Espero que nunca más deleguen su representación pública. Que nunca más hablen por ellos. Que nunca más los coopten como una falsa imagen. Ahora es tiempo de que Uds. también tomen directamente las decisiones públicas.
Así transcurre la primavera boliviana, sin ideologías que dividan, sólo con una pitita que tejieron los jóvenes con hilos de fe, esperanza, libertad, democracia, equidad, justicia y paz. Valores que siempre deben autenticar nuestra cualidad de seres humanos y por ende de bolivianos y más aún de tarijeños.
El autor es Periodista.
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