Dudar en defensa propia
Dudar de toda la clase política, de los circos armados para la televisión, de los que se proclaman víctimas con 12 custodios lejos del incendio provocado, de los que quieren manipular la esperanza con doctrinas y tildan la palabra “fé”, de los símbolos en un palacio que no parece laico, de que el uso de una cruz cambie la Constitución, del gabinete lleno de “figuretis” y defensores de manadas. Dudar antes de continuar la cadena con imágenes que sexualizan a la “presi”, eso también es violación.
Dudar de la saturación de información antes de ponerla a circular, de lo que todavía no puedo entender, de lo que pienso que es democracia, lo que es libertad.
Dudar antes de hacer lo que no quiero que me hagan, de lo que digo y pienso del otro, de las discusiones en redes sociales. Dudar de lo que piensen y digan afuera, de la condescendencia internacional por los rasgos indígenas, de la cobertura de los medios (adentro y afuera), de lo que pienso que significa la palabra “golpe”, de que se debe ejercer fuerza para pacificar, de los aplausos a los policías y militares en las calles.
Dudar de la transición o continuidad, de que seamos capaces de aprender y enmendar, de los que queman banderas con muchos colores, de los que aplauden desde palco.
Dudar de los que creen que hay que hacer un borrón, de los que quieren negar el pasado y volver a uno todavía anterior. Dudar de mi rostro, de lo que dice, de lo que tiene marcado. Mirar. Calmarse.
Dudar de los extremos, de los bandos, esto no es un partido de fútbol. Dudar de que sólo exista derecha e izquierda, casi todo huele a naftalina. Dudar de que no haya forma de aceptar que somos y vamos a seguir siendo diferentes.
Limpiar nuestro metro cuadrado, comenzar la renovación desde ahí.
Dudar del miedo para que desaparezca, dudar del odio para desautorizarlo.
La autora es editora de Oh! y Lecturas
Columnas de CLAUDIA EID ASBÚN