Bolivia quiere paz y concertación
La realidad es una construcción social, una construcción que conduce al bienestar o a una psicosis colectiva; son muchos los factores que confluyen en ella y dependen del objetivo que se quieren alcanzar con ellos, y el fin con el que han sido creados.
Bolivia está despertando de una pesadilla, pesadilla que había sido convertida en realidad durante 14 años, una realidad colectiva difícil de describir porque está basada en el miedo y en el abuso del que fue objeto, y se había escondido en lo más profundo de la psique de cada uno.
Todos están ahora esperanzados en que el calvario ha terminado, por una vez en su vida y después de casi 14 años, sienten que la libertad y la democracia todavía no se les ha escapado; lo sienten en sus corazones, pero al mismo tiempo tienen miedo que en una de esas noches largas y sinuosas, les dejen sin ese anhelo tan preciado.
Cada quien puso su granito de arena en las calles, para no dejarse timar su libertad y su democracia; fueron semanas de duras batallas y las pititas que nacieron frágiles al principio, se fortalecieron y multiplicaron con el transcurso de los días hasta convertirse en muros infranqueables; así es como el pueblo defendió sus derechos para vivir en libertad y en democracia, y para que las mismas, no les fueran arrebatadas de cuajo.
Bolivia es un pueblo valiente de gente digna y humilde, en ella habitan mucho más que ponchos rojos, cocaleros y movimientos sociales afines a una ideología sectaria. Bolivia está conformada por infinidad de pueblos y etnias, y todos ellos ahora gritan al unísono que la paz vuelva a las calles, a sus comunidades, a sus ayllus y a todos los rincones patrios.
Nuestro pueblo no está conformado por gente sediciosa, la gente en este país es humilde, es trabajadora y solidaria, pero en este momento sufre la confusión a la que un grupo les condujo para tenerles enfrentados. Se han creado bandos innecesarios y al interior de ellos se cree, que los unos discriminan a los otros. No hay que olvidar que todos sin distinción alguna, tenemos la sangre mezclada, y ahí radican nuestros valores morales y éticos. La tolerancia y el respeto necesitan ser ahora aplicados, por cada uno de nosotros.
La patria nos necesita unidos para seguir creciendo, ella ahora nos pide a gritos que como hijos suyos que somos, seamos capaces de dejar de lado resentimientos encontrados. Es momento de concertar para encontrar la paz y el bienestar que todos y cada uno de nosotros anhelamos.
Por higiene mental, no permitamos que la información distorsionada con la que se nos bombardea y que en su mayoría viene de fuera, confunda y sacuda nuestros valores. Los que se encargan de emitirla y manipularla están fuera y como tales, hay que considerarlos simples mirones de palo.
El autor es especialista en gestión de conflictos
Columnas de RUBÉN CAMACHO GUZMÁN