Coletazo
El coletazo estaba presente. Todos lo esperábamos y tan solo se discrepaba sobre la intensidad del mismo, así como en los actores principales y la cantidad de extras de la película que nos harían presenciar a los bolivianos y a la comunidad internacional.
La decisión de la presidente constitucional de Bolivia, Jeanine Añez Chávez, fue valiente cuando aceptó el cargo, brasa en las manos que ha manejado bien. Podrán gustar o no los nombres escogidos para su gabinete, pero son los que están y seguro permanecerán en la medida que respondan con sindéresis, con prudencia, ante los escenarios de confrontación que están presentes en la vida de los bolivianos. Nadie quiere halcones que den pie a un Vietnam, tampoco corderos mansos que se dejen llevar al sacrificio, el sacrificio de los valores que deben regir a una sociedad democrática.
Se ha hecho creer a parte de la comunidad internacional que la vida del expresidente Evo Morales Ayma estaba en peligro. Él lanzó la frase de que López Obrador le había salvado la vida. Nada más falso. Morales Ayma salió del Chapare en un avión del gobierno de México, y el Chapare es la zona donde los cocaleros hacen lo que desean y al margen de la ley. Allí los que están en peligro son los que no obedecen al dictado de las seis federaciones de cocaleros, de la que es su presidente Morales.
Hace poco tiempo el presidente López Obrador ordenó la liberación del hijo del Chapo Guzmán, con el justificativo de evitar muertes. Si ese es el motivo, para no sentirse culpable, se entiende aunque los narcotraficantes dejan un reguero de sangre por donde pasan y/o reinan. Dejan muerte en miles de familias que sufren por la adicción de los suyos a las drogas que se venden en las calles por falta de una voluntad de combate al narcotráfico.
Los bolivianos respetamos la decisión del Ejecutivo mexicano de dar asilo al expresidente Morales, pero no es fácil justificar que se niegue a que el asilado cumpla con los tratados internacionales, máxime cuando su actuación, va en contramano del objetivo que es pacificar el país. Asimismo, el de permitir que su sede diplomática en Bolivia sea una “cabecera de playa”, para crear el caos en la Asamblea Legislativa Plurinacional y violencia en las calles; con muertes que deberían pesar en la conciencia de los denominados progres.
En México deberían preguntarse por qué los defensores de Morales impiden las autopsias de los caídos. ¿Será que estos recibieron los impactos de balas por la espalda? ¿Será que los calibres de los proyectiles corresponden a un tipo de armas que las fuerzas del orden, el Ejército, no tienen?
Bolivia vive momentos dramáticos. Los superaremos porque esos miles de jóvenes que estuvieron en las calles se lo merecen. Lo superaremos porque las miles de madres a las que amenazaron con la muerte de sus hijos, no dieron paso atrás en la defensa de su voto, de la democracia. Y ahora que nos quieren transformar en Vietnam, nadie puede quedarse en su zona de confort; siempre con la bandera de la paz, sin violencia.
El gobierno de la beniana Jeanine Añez debe saber que su fuerza está en esos actores, y que sus ministros no pueden discrepar en el fondo de la gestión: pacificación y elecciones a la brevedad posible; aunque el MAS y sus afines internacionales traten de impedirlo.
El autor es periodista
Columnas de JORGE MELGAR RIOJA