Eternos insatisfechos
“No me gusta Camacho porque es joven”, “no me gusta Mesa porque es viejo”, “no quiero a la Jeanine porque en realidad no es constitucional y es facha golpista”. “No quiero a Evo porque ha endeudado al país hasta más no poder”.
“No quiero al dúo Pumacho porque está conformado por unos oportunistas”. “No me parece bien que la Sole esté buscando ir de candidata”. “No soy del Goni, pero tampoco estoy a favor de Bánzer”. “El Gallo es bueno pero no tiene todo lo que se necesita en un buen político”. “El Tuto es buen estadista, pero le falta carisma”.
Y así sigue la interminable lista de los opinólogos, hechos a los politólogos, que andan pregonando a los cuatro vientos su parecer sobre la vida política de Bolivia.
Y lo hacen con más vehemencia, hasta con virulencia, ahora que tendremos nueva contienda electoral.
Las peleas que suceden por el intercambio de opiniones, van in crescendo y al igual que en un épico concierto, al modo Beethoven, terminan con un gran fortísimo en el caso musical, y en el caso humano con, a veces, la ruptura de amistades forjadas en décadas.
Lo lindo es que hay debate electoral. Que hay un viento de renovación. Lo feo es que salen a relucir viejos antagonismos, racismo, xenofobia y una recalcitrante y apasionada defensa del único punto de vista posible: el de todos y cada uno de los bolivianos, y no bolivianos, que tiene algo que decir sobre el tema.
Lo irritante es el perpetuo tema de la insatisfacción. Nada nos complace. Ningún líder es bueno. Y ahí andamos nadando en un mar de descontento. Pareciera que nos fascina y encanta esta situación. Quejarnos de todo y de nada. Si hace sol, por qué tanto sol y tanto calor. Si llueve, por qué tanta lluvia, terminaremos llenos de musgo y humedad.
Entonces ya no nadamos en el mar. Sino que nos movemos en un grueso y asqueroso pantano, compuesto por un miasma oloroso de improperios y escarnios públicos que otorgamos a nuestras figuras políticas.
Entonces, pregunto a usted, apreciado lector: ¿Seguirá empantanado o le arrimará el hombro al país para que de una buena vez salga adelante? ¿O continuará escogiendo ser el chancho en el barro revolcándose a gusto y placer, sin que le importe el olor que despide y lo asqueroso de su aspecto?
Luego de la vida política tan azarosa que le ha tocado vivir a este pedazo de territorio llamado Bolivia, va siendo hora de poner a un lado los apetitos personales y la viveza criolla, para cocrear un futuro común donde puedan habitar los azules, amarillos, violetas, rojos, verdes, negros, rosados y cualquier color político que lo distinga, inclusive para quienes se las dan de indiferentes, ya que como dicen por ahí: El sol brilla para todos.
La autora es periodista
Twitter: @MonicaBriancon
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