Del proceso de cambio al cambio del proceso
Pretender negar que la denominada revolución democrática y cultural y el proceso de cambio iniciado el año 2006 ha generado importantes cambios en el Estado, es desconocer la realidad que hoy vive el país. Sin embargo, esa causa social se ha ido disipando por la maniobra de sus autores, es decir, el proceso ha tenido avances e inclusiones importantes, pero también retrocesos por la cooptación de los órganos de poder y la corrupción extendida a niveles insospechados.
Los cambios institucionales, la inclusión social, el reconocimiento de los pueblos indígenas originarios campesinos, la ampliación del catálogo de los derechos fundamentales y la labor económica sobresalen entre 2006 y 2014. Sin embargo, a partir de 2015 fueron cometiendo errores que han sido perniciosos para el gobierno de Evo Morales Ayma, como creerse que era imprescindible y que podía romper las reglas constitucionales.
Los lamentables acaecimientos causados, el pasado mes de noviembre, por su renuncia a la presidencia del Estado, no solo han puesto en entredicho el proceso de cambio, sino que esa intempestiva decisión coloca al país al borde al abismo, a pesar de la tensa calma que reina estos días.
Y la gota que rebalsó el vaso de agua fue la manipulación del voto en las elecciones de octubre pasado, lo que derivó en la protesta general de los ciudadanos que “pitita y watito” en mano bloquearon las ciudades del país, lo que generó la huida del expresidente a México.
Empero, transcurridas tres semanas del nuevo gobierno, el ciudadano común ve una tendencia negativa de varias autoridades nacionales, porque cuestionan el cuoteo cívico-político de las entidades públicas entre quienes apenas habrían obtenido un 5% y algo más de apoyo en la elección anulada y los seguidores del expresidente cívico cruceño, y que, según un enfervorizado diputado de los demócratas, hoy son la primera fuerza política del país. Nada más desubicado.
El discernimiento del ciudadano de a pie, que se transporta en colectivo, micro, trufi o taxi-trufi, el bloqueo de las rotondas en Santa Cruz y de las “pititas y watitos” en Cochabamba y el resto del país sirvió para echar del poder a los “suchas” (buitre negro), pero de repente aparecen en manada los “buitres encapuchados”.
A ese juicio del ciudadano se suman frases del Ministro de Gobierno, como: “cuídense todos y comiencen a correr” o “los estamos mirando (…) si hacen sedición se verán con la Policía”, enunciados que traen a la memoria otras tristemente célebres alocuciones como la que pronunció el entonces presidente Hugo Bánzer (Totora 25 de junio de 1976) cuando dijo: “extranjero o boliviano sedicioso será ejecutado”, o lo dicho el 18 de julio de 1980 por el ministro del Interior, Luis Arce Gómez: “a partir de ahora todos deben andar con el testamento brazo el brazo”.
Esas declaraciones desacertadas no contribuyen a un efectivo afianzamiento de la paz social y política, más aún si el ciudadano observa el cambio de una revolución a otra, pero ese cambio está cargado de porquerías que se creían desterradas que, sin embargo, a la luz de los acontecimientos están presentes en el actual gobierno.
El autor es abogado y profesor de Derecho en la UMSS
Columnas de HENRY GONZALO RICO GARCÍA