La inmunidad del fugitivo
Antes, sólo conocíamos la inmunidad parlamentaria; ahora hay que añadir una nueva que acaba de estrenar el fugitivo de Chimoré; al que, como se recordará, por poco no lo reciben con alfombra roja en el aeropuerto de Ciudad de México, como suele suceder con personalidades de renombre o artistas de gran cartel. Ignorábamos que también se acoge con ese mismo boato a los antihéroes.
Cuando todos clamaban porque cesen los ataques, los talibanes criollos tuvieron la audacia de plantear el retorno del caudillo como condición para pacificar el país, no obstante que él cumple allá en México una apretada agenda ofreciendo conferencias, entrevistas y declaraciones. Pero su principal actividad parece que es dirigir, a control remoto, la guerra contra Bolivia.
Un día, que ha debido ser el más negro de su vida, “llorando se fue”. La rebelión popular le echó del cargo pero no del país. Salió con sus pies; debería tener el mismo coraje para volver; esto es, si quiere, si puede. Por lo menos hasta ahora, no tendría razón para quejarse de su suerte. Lanchipa, el bravo y temible fiscal padece una rara enfermedad llamada amnesia selectiva: de todos los vocales se acuerda, menos de Evo, que es el principal autor intelectual del fraude y el mayor beneficiario.
Hay testimonios que prueban que los vocales no hacían nada por su cuenta; al contrario, el TSE era una dependencia dócil, sumisa y obediente a las instrucciones de arriba. La conminatoria, bajo cuya amenaza se movían aquellos, fue pública y conocida. Su función no era aceptar o rechazar la habilitación de los binomios en las llamadas primarias; sólo tenían que cumplir la ley, así les notificó, muy serio, el Vice, como si presintiera la proximidad de la tormenta. Si no cumplen, “que se atengan a las consecuencias”, añadió otro mandamás del palacio.
Dadas esas circunstancias de presión y de amenaza explícita, fue realmente imposible que alguno de los vocales tuviera la iniciativa personal de cambiar algo. En todo caso, cualquier modificación en los datos o las cifras fue sin duda en la línea definida por los que dirigían el proceso. La noche tenebrosa, cuando se suspendió misteriosamente el conteo preliminar, fue porque una mano azul intervino y ordenó que eso sucediera. Ahora, por boca de los que hacen el papel de chivos expiatorios, se conoce la identidad de esa persona. Claro que ella no lo hizo tampoco porque se le ocurrió sino porque así le ordenaron.
Parece que por aquello de “justos por pecadores”, sólo por eso, los de la banda de los siete (antes eran sólo cuatro), léase los ex vocales del fraude, guardan silencio cómplice, pero lo están pasado bastante mal, sufriendo los rigores del fiscal de marras. Los persiguen, los encarcelen, los muestran por los canales como si de verdad fueran los culpables. Y el autor real del delito, está lejos de aquí, en otras playas; allá en la tierra de los aztecas, disfrutando de su exilio dorado, como si no hubiera hecho nada.
El autor es escritor
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS