El desafío del MAS
Si el Movimiento al Socialismo (MAS) tuvo una característica, reflejada también en la conducción del Gobierno, es que su liderazgo ha sido único, irremplazable e incuestionable, pero con una amplia estructura de organizaciones y sectores sociales que tomaban parte en muchos niveles de consulta y decisión.
Hasta hace pocas semanas, era simplemente imposible pensar en el MAS, o en un gobierno del MAS, sin Evo Morales. Por eso, y desde el momento de la renuncia de su líder político a la presidencia del país y la caída de toda su estructura cupular de poder, ese partido político enfrenta ahora el desafío de reorganizarse y articularse para concurrir a las próximas elecciones generales. Por primera vez, sin la que fue su irreemplazable dupla Evo-Álvaro.
En los últimos comicios, que quedaron anulados por la constatación de múltiples irregularidades, y aunque todavía se desconoce la magnitud del fraude, el hasta entonces partido oficialista obtuvo más de un tercio real de la votación nacional.
Si bien es cierto que resulta imposible dimensionar el daño interno que le provocó el desmoronamiento del Gobierno, no es menos cierto que, a diferencia del resto de las siglas políticas vigentes, el MAS sigue siendo el único partido político que goza de una estructura partidaria amplia y vigente en todo el territorio nacional.
Así pues, independientemente de quiénes vayan a ser sus futuros candidatos y del rol que asuman sus actuales líderes ahora asilados en México, es previsible que el MAS vaya a jugar un papel gravitante en las elecciones generales que tendrán lugar en los próximos meses.
La construcción social y las transformaciones institucionales que propició esa fuerza política han empoderado y dado participación a importantes sectores de la población tradicionalmente excluidos de la vida política boliviana, otro factor que jugará a favor del MAS en los comicios que se avecinan.
Esos son detalles en los que no parecen reparar el resto de las siglas, todas en estado embrionario, así como los líderes políticos que aspiran a la presidencia del país y ya se hallan embarcados en un concurso de actuaciones improvisadas y experimentales o de candidaturas precipitadas.
Y en cuanto al MAS, cabe esperar, pues, que esa fuerza política, que mantuvo el control hegemónico del país por más de una década y seguramente conservará un papel importante en la futura recomposición del tablero político de Bolivia, tenga la capacidad de concurrir a la arena electoral con real y verdadera convicción democrática.