"La noche quedó atrás"
Obra literaria de impacto mundial, La noche quedó atrás llevó a la reflexión sobre el valor de la paz y el sinsabor de la Segunda Guerra Mundial, mostró los horrores del fascismo y del nazismo con toda la crueldad de la hecatombe que dejó millones de víctimas en Europa. Obra espeluznante, estremecedora, que penetra hasta el alma y hace crujir de dolor y espanto.
Es que Jan Valtin combina su testimonio de idealismo, peligro y desengaño cuando atraviesa por diversas etapas de su vida, en el marco de esa inhumana contienda entre 1939 y 1945, cuando se prolongó hasta el suicidio de Hitler y la proclama de la paz. Así, La noche quedó atrás es el relato desde ambos bandos fratricidas, es como una novela de suspenso y el mejor retrato del fanatismo político jamás escrito. Elogiada por Vargas Llosa, Jack Kerouac o Hannah Arendt, la novela despertó la admiración de millones de seres e hizo exclamar a F.D. Roosevelt “apasionante, auténtica, no tiene igual” o “libro que nunca olvidarás” o “de contenido sin fin”. ¿Por qué lo traemos a la memoria hoy en nuestra Patria, a estas alturas de la historia de Bolivia?
Porque la noche negra que vivimos todos tiene un parangón de muerte, de dolor, de injusticia, de muerte y persecución con aquella otra que Valtin recreó como una sombra del cúmulo de males que duró algo más de cinco años, noche negra que en Bolivia se extendió por casi tres lustros continuos con todas las agravantes características de la barbarie, muerte, del engaño colectivo, de la dominación total con la toma de los órganos del Estado, de la economía, de los medios de prensa, de las instituciones tutelares.
El populismo utilizó la ignorancia, la pasión de poder, “las condiciones psicológicas” de Morales Ayma para el copamiento con masacres, exilio, persecución y encarcelamiento, de ciudadanos opuestos a sus designios con determinación totalitaria. De ahí que el 10 de noviembre pasado, como un símbolo inexorable de la historia, renuncia Morales a la jefatura del Estado y recibe el auxilio de López Obrador con carácter de urgencia. Marcó su destino, su salida de Bolivia para no regresar más. Ese 10 de noviembre “la noche quedó atrás” y se produjo un grito de alegría y de victoria de millones de bolivianos que hicieron posible el fin de la inconmensurable catástrofe que vivió engrillado por un poder revestido de “indigenismo, autocracia, gobierno de los pobres”.
Hoy como hace 80 años en Alemania, Bolivia comienza a vivir una nueva etapa de luz y de libertad.
El autor es periodista.
mauricio.aira@comhem.se
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