Los Derechos Humanos, una tarea pendiente
Hoy, como todo 10 de diciembre, en Bolivia como en todo el mundo es se conmemoró el 71 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La fecha ha servido para renovar las reflexiones sobre el estado actual de los derechos humanos a escala planetaria y también en cada uno de los países que integran la comunidad internacional. Y una vez más se ha constatado que es todavía demasiado grande la proporción de los 7.000 millones de habitantes del mundo actual que sufren condiciones de vida que distan mucho de los parámetros fijados por la declaración de 1948.
En el caso boliviano, el balance del año que está por concluir también deja mucho que desear. La cantidad de personas muertas y heridas durante los enfrentamientos de octubre y noviembre, y lo cerca que estuvo nuestro país de una guerra civil así lo indican.
A pesar de lo anterior, esta fecha llega a Bolivia con buenos motivos para la esperanza. Es que uno de los resultados más positivos de la movilización ciudadana que cerró el paso al gobierno de Evo Morales en su avance hacia el control del poder ha sido el restablecimiento de los valores en los que se basa el respeto a los derechos de las personas.
El paso dado, a pesar de lo importante que es, no es suficiente para dar por hecho un triunfo del Estado de Derecho, y por consiguiente de los derechos humanos, sobre las tentaciones totalitarias. La parte más difícil de la tarea está todavía pendiente, pues no será fácil la reconstrucción de todo el andamiaje institucional que fue debilitado, cuando no destruido, durante los últimos años.
Una condición indispensable para seguir avanzando es detener el desprestigio en que han sido sumidas las instancias judiciales y policiales, ambas percibidas como las dos principales fuentes de abusos. Durante los últimos años ambas instituciones han sido percibidas como las principales amenazas para la plena vigencia de los derechos humanos en nuestro país.
Por todo lo anterior, y en vista de que la defensa de los derechos humanos es una tarea permanente y que corresponde a toda la sociedad, es de esperar que las penosas experiencias recientes sirvan para enmendar rumbos de modo que el próximo año haya motivos para hacer un balance positivo.