De fraudes, herencias y otras imposturas
Toda posibilidad de dar un golpe de timón político y económico, y retomar un proceso de transformación estructural en Bolivia pasa, necesariamente, por hacer un buen diagnóstico de lo sucedido en casi 14 años. La realidad económica es dura y cruda. Durante el gobierno de Morales, la economía estuvo sometida a la politiquería. Muchos de los datos económicos y sociales estuvieron “cocinados” y maquillados por la propaganda para ensalzar al régimen.
La consigna de salida del gobierno del MAS es que los problemas económicos en curso comenzaron el 21 de octubre de 2019. Que antes del ignominioso fraude y posterior crisis política la economía era maravillosa. Vivíamos el milagro de las “evonomics”. Sin duda, esta afirmación no corresponde a la realidad de los hechos. Aquí estamos frente a mucha prestidigitación ideológica y mentiras construidas a fuerza de repetición en muchos años.
Los desajustes macroeconómicos comenzaron a gestarse desde 2013, si no antes. Asimismo, la inviabilidad del modelo extractivista-consumista-depredador de la naturaleza tiene raíces estructurales y son de largo plazo. El nuevo modelo económico del proceso de cambio nació muerto.
La primera herencia del populismo narcisista y mitómano está en la construcción del espejo de datos. Las estadísticas se pusieron al servicio de la revolución. En términos de información económica y social, estamos en un cuarto oscuro donde no se distinguen los hechos, de la propaganda. Cabe, por lo tanto, realizar una profunda auditoría de los datos macroeconómicos, fiscales, financieros, de contabilidad social y nacional para ver cuáles corresponden a la realidad y cuáles están en el mundo de ficción ideológica y del fanatismo estadístico.
Entre tanto, inclusive con datos oficiales precarios, parciales, manipulados y sospechosos, es posible identificar los principales fraudes económicos, herencias envenenadas y otras imposturas:
1. Economía desacelerada. Desde 2013, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) (toda la riqueza generada en un año) es cada vez menor. En este periodo que termina llegaremos a algo entre un 2,5 y 3% de crecimiento.
2. Registramos cinco años consecutivos de déficit en cuenta corriente, que incluye el desajuste comercial (importaciones mayores que exportaciones). En 2019, el déficit en cuenta corriente llegará al 5% de PIB.
3. Hace seis años que el Gobierno gasta e invierte mucho más de lo que recauda con impuestos. El déficit público acumulado es superior a 12.000 millones de dólares y en 2019 la brecha fiscal será superior al 8% del PIB.
4. Desde 2013, la pérdida de reservas internacionales del Banco Central fue de 8.500 millones de dólares. En promedio gastamos 1.417 millones por año de nuestros ahorros, es algo como cuatro millones diarios para mantener una burbuja de consumo e inversiones públicas de dudosa rentabilidad.
5. Incremento de la deuda externa, en 2019 esta variable llegará a más del 25% del PIB y la deuda interna subió en un valor similar. Heredamos una economía endeudada.
6. Se produjo una expansión gigantesca del sector informal de muy baja productividad, donde se concentran la mayoría de los empleos, todos de pésima calidad.
7. Las empresas públicas presentan serias dificultades financieras. YPFB tuvo un mejor desempeño sólo cuando los precios del gas natural estuvieron cercanos a 10 dólares el millón de BTU.
8. Se produjo un fuerte proceso de desinstitucionalización de la nave del Estado, lo más grave es el sistema de Justicia que está en pedazos.
9. En términos estructurales, la industrialización fue un fiasco. No se produjo ninguna diversificación productiva.
10. En temas sociales, los datos son dudosos y contradictorios. Si bien se habría reducido la pobreza extrema, medida por ingresos; la pobreza multidimensional (educación, saneamiento básico, calidad del empleo) sería superior al 60%. Por ejemplo, tenemos un sistema de salud pésimo.
Este es un diagnóstico parcial de la economía y de la sociedad. Ahora debemos proponer soluciones concretas, comenzando por generar información creíble y transparente. Por supuesto, sería muy limitado e inviable proponer la vuelta del neoliberalismo. Este es el fantasma que usó el masismo para paralizar el debate.
El desafío, ahora, es pensar fuera de caja y superar el patrón extractivista. Desde esta columna hicimos propuestas a lo largo de varios años. El debate debe continuar, pero ahora me tomo vacaciones, fue un año intenso, triste, complejo, pero también feliz. Recuperamos la democracia, ahora debemos reconstruir y reinventar la economía.
Gracias por su inmensa compañía semanal. Felices fiestas. Nos vemos en enero.
El autor es economista
Columnas de GONZALO CHÁVEZ A.