Educación intercultural, urgente
JHONNY JALDÍN DELGADILLO
La reciente crisis política del país afectó severamente la identidad nacional. La declaratoria constitucional de plurinacionalidad no ha sido suficiente para resolver los problemas de desigualdad y, consecuentemente, Bolivia sigue siendo un país donde las condiciones socioeconómicas y culturales no solo siguen siendo diferentes sino gravemente contradictorias.
La diversidad es una de las características definitorias de la humanidad y por ende de la sociedad. La escuela, como institución reflejo de la misma, constituye un escenario multicultural, aunque más que eso, debería ser un lugar de encuentro intercultural y de cohesión social.
Las instituciones educativas, que en buena medida sintetizan a las sociedades que las acogen, son espacios de convivencia académica, donde se concentran grupos de estudiantes con gran heterogeneidad cultural; en él cohabitan diferencias, ya sea por la procedencia, condición socioeconómica, nacionalidad, lengua u otras características de sus componentes que inciden significativamente en la inclusión o exclusión de los mismos.
A pesar de recurrentes declaraciones y disposiciones reivindicatorias emanadas en el marco de la ley actual de educación (ASEP) la escuela no ha dejado de ser homogeneizante, y en ella la atención diferenciada a los distintos segmentos poblacionales (varones, blancos o mestizos, saludables, autóctonos, castellanohablantes u otros) está en desventaja tanto al momento de la implementación del currículum como de su evaluación porque todos deben hacer lo mismo, en el mismo tiempo y con la misma finalidad.
Es más, son cada vez más los factores que convergen en nuestra sociedad para configurarla más urbana, excluyente, compleja, competitiva y despersonalizada; por lo que se hace necesario, y quizás urgente, rescatar el sentido de comunidad a partir de una educación que contribuya al fortalecimiento de la cohesión social y, al mismo tiempo, evite que ella misma sea un factor de exclusión social.
Una educación intercultural que parta por la práctica para llegar a la teoría y volver de nuevo sobre la práctica, intentando mejorarla, descubriendo qué son y qué significan las culturas o grupos sociales que conforman Bolivia y la hacen viable.
La educación boliviana de los próximos años debe aspirar a cambios más allá de las formas. No concebir la educación intercultural y la inclusión como una meta, sino como un proceso, una forma de enseñar y aprender, una forma de estar, de ser y de hacer educación; pensar el aula como una comunidad de aprendizaje y convivencia, educar en valores de igualdad, respeto, tolerancia, pluralismo y solidaridad; y propiciar la eliminación de etnocentrismos de cualquier índole.
El autor es docente universitario.
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