Gestión vergonzante en hidrocarburos
El Gobierno del MAS ha dejado muchas incógnitas en hidrocarburos, todas ellas sospechosamente corruptas. No se ha encontrado ninguna opinión positiva del largo período que el Gobierno saliente administró el sector. Una de las graves irresponsabilidades e insolvencias del anterior régimen ha sido la negociación con Brasil para encarar la conclusión del contrato de venta de gas (GSA), que terminó el 31 de diciembre pasado y que requirió de una rápida respuesta del Gobierno de transición (GdT),
Ha sido el Gobierno del MAS el que se benefició con 38.651millones de dólares de la renta petrolera entre los años 2006 y 2019 generada básicamente por ese contrato y por esta razón se suponía, que había tratado el tema concienzudamente, porque tuvo estabilidad social y todo el tiempo necesario para lograr su cierre y su renovación.
Lamentablemente no fue así y fue el propio ministro del ramo, Luis Alberto Sánchez, quien tensionaba las relaciones entre YPFB y Petrobras. Basta recordar la bellaca afirmación de Sánchez, en febrero de 2019, mencionando que “El contrato con Brasil es el peor que firmó Bolivia”, pero además fue muy insistente en reiterar la lista de empresas y estados federales que supuestamente tenían interés en comprar volúmenes mayores a los establecidos en el contrato con Petrobras.
El mensaje contra Petrobras era claro: a Bolivia no le interesaba firmar otro contrato “tan malo” y Petrobras, a su decir, era un cliente prescindible porque existían muchos otros interesados, más solventes y menos problemáticos. Este mensaje siempre fue acompañado por anuncios de falsos descubrimientos de nuevas reservas.
La demagogia de las exautoridades del ministerio de Hidrocarburos se expresa también en sus informes. Así, en el último Informe de Rendición de Cuentas sostienen que se tenía prevista la firma de otro contrato con Petrobras por un volumen estimado de 15 MMM3/D y nuevos acuerdos con compradores privados por otros 32,8MMM3/D, lo que iba a sumar un volumen de 47,8 MMM3/D a exportar a Brasil. La respuesta de Petrobras y de la ANP, era predecible, Brasil debía importar menos gas de Bolivia.
Bajo estas condiciones adversas y contra el factor apremiante del tiempo, el Gobierno de transición tiene que cerrar el GSA y negociar un nuevo contrato. Para el efecto, éste ha tenido que negociar con Petrobras un acuerdo de transición de 70 días, entre el 1 de enero al 10 de marzo de 2020, en el que se amplía la vigencia del contrato, con la disminución del volumen mínimo a entregar de 24 MMM3/D a 19,25 MMM3/D para evitar la aplicación de multas y generar los ingresos respectivos.
Los volúmenes adicionales que se puedan enviar irán con cargo a aquellos ya pagados, pero no entregados por YPFB. En este mismo período se conciliarán los volúmenes pendientes de entrega y se firmará una adenda de cierre de contrato. Lo deseable es que en la misma fecha se firme también un nuevo contrato.
La negociación del nuevo contrato no será fácil, porque existen factores delicados que deberán conocerse a cabalidad, entre estos se puede mencionar la nueva coyuntura internacional de mercados de los hidrocarburos y particularmente del gas. La emergencia de EEUU como el mayor productor del mundo y del LNG como virtual commodity, ha cambiado la dinámica de precios distanciando la correlación que existía entre precios de petróleo y de gas.
Al mismo tiempo, Brasil se encuentra en un profundo proceso de apertura, de liberalización de su mercado y de contracción de las actividades de Petrobras, particularmente en el ámbito de transporte, comercialización y distribución. Brasil es una de las cinco potencias con mayor crecimiento en su producción petrolera fuera de la OPEP, gracias a sus grandes reservas del presal y se prevé que en tres años más se ubicará entre los cuatro o cinco mayores productores de petróleo en el mundo. El anterior Gobierno ignoró esta realidad, qué falta de tino de esas autoridades para exhibir arrogancia frente a semejante potencia.
En la negociación se tiene que definir todo de nuevo, empezando por los volúmenes, la forma de determinar los precios, las penalidades y todos los factores que han cambiado en el mercado.
Sin embargo, se tiene la oportunidad de recuperar la confianza entre las partes, gracias al sinceramiento y transparencia de los nuevos negociadores bolivianos al exponer las capacidades reales del país.
El autor es ingeniero químico y petroquímico
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