El “plan Z” de Evo Morales
S i cabía alguna duda sobre la salud mental del Sr. Morales, ya no cabe ninguna. Si se entiende bien, el “Plan A” fue la re-re-re elección y el fraude. Era previsible que fallara como falló. Evo perdió el gobierno y perdió hasta la sucesión presidencial para su partido.
Hoy dice que no tenía “Plan B”, lo que significa que improvisó su huida y que sigue improvisando al vaivén de los acontecimientos. Y, claro, equivocándose y cambiando caprichosamente de estrategia.
Ahora se propone un “Plan Z” que es de una obscenidad triple equis. Al anunciar este plan se perjudica a sí mismo, pues pone en peligro su tranquilidad de asilado y su liderazgo para la mayoría de los seguidores del MAS.
Solo los muy ingenuos o los cabeza huecas lo seguirán.
Al final del día, cuando el mitómano ya ha quedado desenmascarado y sus estafas se vuelcan en su contra; la demencia lo impulsa a buscar una estrategia que lo lleve a enunciar una gran e irrebatible verdad, que lo redima de la infinidad de minúsculas y grandes mentiras que han dado forma a su vida. Esa gran verdad es la oferta que da un martirio y una muerte espectacular.
Por eso, el mitómano terminal se enamora del fracaso y lo persigue.
El mitómano político busca arrastrar a la colectividad para que le sirva de comparsa, testigo y víctima en sus sangrientos rituales de fracaso.
Hitler lo hizo cuando prolongó un año más una guerra que ya estaba perdida.
En ese tiempo, la población alemana fue sacrificada en el altar del “ocaso de los dioses”.
Seremos muy ingenuos si no tomamos en cuenta esa psicosis y no actuamos con el serio humor que merece.
La organización de combatientes civiles armados y la violencia que promueven es, en nuestros días, un caldo de cultivo muy favorable al narcotráfico. Lo vemos en Colombia, México, Venezuela... Si aparece en Bolivia, seremos muy ingenuos si no identificamos ese nexo fatal. Quizás Evo quiera ir a perder su Chapare para ofrendarlo a algún cartel transnacional.
Ciudadano militante y actor
Columnas de LUIS BREDOW SIERRA