Nueva década y el bicentenario de la república
Estamos estrenando la tercera década del siglo XXI y lo que se ha conseguido en los últimos dos meses y poco ha eclipsado todo lo que hubiera ocurrido en el tiempo anterior. No hay lugar a dudas de que quienes han sido los partícipes y principales protagonistas de los cambios que vivimos –y se han ido preparando y formando en el tiempo anterior– han sido los jóvenes y la pléyade de mujeres que pusieron el pecho para enfrentar la dictadura.
Estos cambios modelan de una forma clara lo que se viene y despiertan las expectativas de éxito y de que no sean las frustraciones las que prevalezcan. Ha sido el fin de la autocracia y ahora ingresamos a una nueva era de tolerancia y sin exclusiones, pero tampoco con excesos, debemos trabajar todos para consolidar la legalidad y el Estado de derecho desconocido en los casi 14 años.
Los jóvenes, utilizando los recursos modernos del Facebook, Twitter y del Instagram, entre otros, formando una poderosa cadena, se comunican directamente, intercambian ideas y opiniones y pergeñan lo que se debe hacer y, como una lógica consecuencia, se han apropiado de la política. A pesar de lo que se pretenda mantener con el esquema de políticos viejos (es decir que vienen desde el siglo pasado), la realidad va a demostrar que se han superado esas conductas y actitudes y pensamientos que no corresponden a los jóvenes de la tercera década del siglo XXI.
Los llamados a liderar el cambio para que la nueva Bolivia florezca son los jóvenes y no pretendamos disminuir su presencia con la cantaleta de la inexperiencia o falta de formación política, porque eso cae desde su propia base, si consideramos que los grandes políticos del siglo XX empezaron a manejar al país cuando superaban los 30 años de edad y hemos tenido políticos de cepa y que han dictado políticas de Estado como las leyes sociales de fines de los años 30, o la revolución nacional de los años 50, etc. Por ser líderes jóvenes, los mayores estamos obligados a apoyarlos y aquellos que corresponda, a ayudarles, aconsejarlos y sugerir las guías que puedan llevar a buen puerto las nuevas políticas del Estado nacional, que no deben encuadrarse en parámetros ni del siglo XX y menos de las dos primeras décadas del siglo XXI.
Los movimientos ciudadanos tan fuertes y positivos de los 21 días de octubre y noviembre pasados han demostrado otra fuerza que es el empoderamiento de los ciudadanos, y este empoderamiento va a ser fácil que se pierda, por el contrario, el ciudadano boliviano es protagonista directo de las transformaciones del país y exige ser parte de los cambios.
Las mujeres –sin que interese su condición social, económica, de formación u origen– han estado presentes desde el principio hasta la culminación de la recuperación del país y también son una fuerza viva que quiere participar en los destinos de la conducción del país.
Se vienen las elecciones nacionales para consolidar democráticamente la pacífica revolución de las pititas que consiguió sacar del país a la autocracia, y deberán ser esos líderes jóvenes los que lleven a buen puerto esa consolidación, con el apoyo de las fuerzas sociales, las mujeres y los ciudadanos. No olvidemos que la consolidación de esa recuperación democrática, va a culminar en 2025, año en el que festejamos el bicentenario de la República de Bolivia, aumentando las responsabilidades de quienes serán los elegidos y lo que tendrán que hacer.
El autor es abogado
Columnas de FERNANDO RODRIGUEZ MENDOZA